
Con la llegada del mes de junio, los estadounidenses, especialmente aquellos que habitan las zonas del conocido como Golfo de México, se preparan para hacer frente a la furia con la que la madre naturaleza airea buena parte del continente americano.
Como no, el azote de los huracanes no deja indiferente a los mercados y mucho menos a la economía en general. Mientras algunos sectores se llenan los bolsillos con la llegada de estos violentos vendavales, porque su negocio se centra en las reconstrucciones, otros no hacen más que encomendarse a la divina providencia para que nombres como Rita o Katrina no arruinen las cosechas financieras de una vida.
Lo cierto es que todavía hoy los efectos de estos dos ciclones, que azotaron los estados de Florida, Lousiana, Alabama y Mississippi hace un par de años se pueden palpar en la marcha de la economía norteamericana, y mientras los mercados supieron adaptarse rápidamente a otros traspiés históricos, como el derrumbe de las bolsas en 1987, los atentados del 11 de septiembre de 2001 o las guerras en Oriente Medio de 1991 y 2003, respectivamente, los huracanes parecen haber hecho mella en la mente de los inversores.
Hurricaneomics
La repercusión ha sido tal, especialmente tras los escarmientos experimentados en 2004 y 2005, que muchos expertos han acuñado el término hurricaneomics, es decir, el espíritu económico que acompaña a cada uno de los tornados que toca tierra a este lado del Atlántico. Tan sólo hay que echar un vistazo a la cantidad de sectores cuya evolución está relacionada con este antojo de la naturaleza. Desde la industria energética, aseguradoras, turismo, servicios, aerolíneas, inmobiliarias... todos ellos son susceptibles de sucumbir o prosperar gracias al golpe de un huracán.
Muchos inversores y economistas mantienen los dedos cruzados para que la nueva temporada, que durará hasta el próximo mes de noviembre, se asemeje a la del año pasado, en el que pese a las amenazas ninguna de las tormentas llegó a poner pie sobre el continente. Sin embargo, los expertos meteorológicos aseguran que 2007 será un año muy activo en estos menesteres. Según el Centro Nacional de Huracanes, esta temporada se contabilizarán entre 13 y 17 tormentas tropicales con nombre, de las cuales, entre tres y cinco llegarán a convertirse en huracanes que oscilen entre las categorías 3 y 5 de la escala Saffir-Simpson. Este índice mide la fuerza con la que estos tornados avanzan, siendo el número 5 el grado más alto que se puede alcanzar. Y seguro que no pasan desapercibidos en bolsa.
Los huracanes cotizan
El crecimiento de los huracanes en los últimos años ha provocado que, desde el pasado mes de marzo, en la Bolsa Mercantil de Chicago (CME), comenzara a cotizar opciones y futuros basados en el Carvill Hurricane Index, centrado exclusivamente en huracanes. De esta manera, los inversores energéticos podrán cercar los riesgos de sus operaciones y permitir que los especuladores apuesten por las repercusiones que estas tormentas atlánticas tendrán en los mercados.
Esta forma de inversión es especialmente atractiva para las aseguradoras que a partir de ahora podrán ver compensados dichos riesgos en sus portafolios. Durante el año pasado, los brokers llegaron a invertir cerca de 5.000 millones de dólares en bonos de alto riesgo relacionados con catástrofes y este año la cifra supera los 2.000 millones. La CME alcanzó el año pasado alrededor de 800.000 contratos por valor de 22.000 millones de dólares en derivados y futuros meteorológicos.
¿Es rentable invertir en estos derivados?
Durante las temporadas de huracanes de 2004 y 2005, la aseguradoras llegaron a registrar pérdidas que alcanzaron cerca de 75.000 millones de dólares, por lo que la necesidad de encontrar una forma de rentabilizar estos riesgos se hizo evidente, por eso, los contratos de futuros sobre la actividad de los huracanes no parece una idea descabellada, pese a que, de momento, este mercado de derivados sólo esté limitado al sector energético, muy sensible a los ciclones, y a los especuladores.
El funcionamiento de este índice, desarrollado por Carvill, una compañía que sigue de cerca el desarrollo de los huracanes, toma como referencia la escala Saffir Simpson para sus operaciones. Así, cada contrato de futuros en huracanes comienza a 1.000 dólares por punto del índice Carvill. De esta forma aquellos que paguen un contrato de 2.000 dólares por un huracán de categoría dos, podrían obtener beneficios de 2.000 dólares si dicho ciclón toca tierra con una fuerza de cuatro puntos según la escala Saffir Simpson.
Por el contrario, si el tornado se acaba desvaneciendo el inversor registraría perdidas dependiendo de la bajada en la intensidad de la tormenta. Como en otras situaciones, si se tienen dudas sobre cómo evolucionará el huracán siempre se pueden vender las participaciones e intentar sacar beneficio de dicha situación. Los particulares también tienen sus alternativas con un plus especulativo. Pueden apostar por las empresas que pueden sacar partido a una temporada de huracanes movida (petroleras, constructoras); o bien por quienes saldrían ganando si las previsiones no se cumplen (aseguradoras, aerolíneas u hoteleras).
Un soplo energético
El sector energético es una industria que puede verse extremadamente afectada por el golpe de un huracán. Por ejemplo, durante el paso de Katrina en 2005, cerca del 25 por ciento de la producción total de petróleo en EEUU quedó suspendida y el barril de crudo superó los 70 dólares. De nuevo -y ante lo que pueda pasar- el oro negro se está acercando a esos niveles este año y cuánto más alto cotice, mejor para el sector petrolero, que después de un arranque de año difícil en bolsa empieza a recoger la subida.
De media, las diez empresas más grandes del mundo por valor bursátil suman en 2007 algo más de un dos por ciento. Para quienes quieran apostar por este sector, las empresas más atractivas -aquellas que conservan potencial alcista de acuerdo con los datos de consenso de analistas que realiza FactSet- son la británica BP y la rusa Gazprom. Para alcanzar su precio ideal deberían avanzar en bolsa un 9 y un 39 por ciento, respectivamente.
El Katrina y sus consecuencias en bolsa
La otra cara de la moneda la muestran las aerolíneas . El año del Katrina, con el crudo disparado, este sector cuya principal fuente de gastos es el combustible, se vió sumido en una crisis de la que todavía hoy se está recuperando y que en determinados casos, como el de Delta, condujo directamente a la bancarrota.
Así, durante los primeros días en que el huracán tocó tierra, Delta cayó más de un 9 por ciento, mientras Northwest se dejaba un 7 ciento y US Airways, que ya se encontraba en bancarrota por aquel entonces, perdía más de un 13 por ciento. En 2007 y aunque el crudo comenzara a dispararse a finales de febrero,el sector está aguantando bastante bien la embestida. Las diez grandes empresas del sector avanzan un 7,5 por ciento de media desde enero y, aun así, según el consenso de expertos conservan recorrido en bolsa y no hace falta buscar fuera del Viejo Continente. Según los expertos, las europeas Lufthansa o Ryanair están en forma para avanzar más de un 10 por ciento en los próximos doce meses.
Seguros en buena forma
Quienes llegan muy bien preparadas a los meses más conflictivos para ellas son las aseguradoras. La temporada de huracanes acaba de estrenarse y, por si acaso, ellas ya se anotan una rentabilidad interesante este ejercicio, que supera el seis por ciento para los blue-chips del sector. Estas empresas, que pueden ser las grandes damnificadas si los huracanes se disparan por encima de lo previsto, también pueden acelerarse en el caso de que la temporada sea tranquila.
Entre los expertos parece que gana el optimismo, ya que son positivos con las aseguradoradoras mundiales. Calculan que con las diez principales todavía se puede ganar en un año algo más de un ocho por ciento. La holandesa ING es su favorita, ya que el consenso le otorga un potencial alcista superior al 17 por ciento.
Y fuera de los sectores más claros, hay otros que también miran al cielo por sus malas experiencias con los huracanes. Tras el Katrina, el consumo estadounidense descendió sensiblemente, por lo que las ventas de minoristas como Wal Mart o las tiendas de ropa Gap se resintieron. Además, en Mississippi, Alabama y Lousiana, el sector del juego quedó completamente mermado y "los resultados de los casinos que operaban en Nueva Orleáns cayeron en picado", explica Thomas Graves, analista de Standard & Poors.