Bolsa, mercados y cotizaciones

Los exportadores, los principales favorecidos por la caída del euro

Hace seis meses, la divisa que estaba en el punto de mira era el dólar. Se hablaba de su declive secular ante el empuje de monedas ya asentadas, como el euro, y otras emergentes, como el yuan chino. España: el déficit comercial bajó el 11,8% por la subida de las exportaciones.

Medio año después, las sospechas se han mudado al barrio del euro, que se encuentra en su cambio más bajo contra el dólar desde 2006. Un viraje cuyas repercusiones no sólo preocupan a los grandes líderes políticos y económicos de la Eurozona, sino que afectan, unas para mal y otras para bien, a la economía real. A su bolsillo.

Petróleo. La caída del euro encarece la factura energética y de cuantas materias primas que cotizan en dólares. El impacto es directo. El barril Brent, de referencia en Europa, cuesta ahora 75 dólares. Con el cambio de hace seis meses -1,51 dólares-, cada barril hubiera costado 49,6 euros. Ahora, con la moneda única a 1,23 dólares, se encarece a 61 euros. Por tanto, el debilitamiento de la divisa europea genera presiones inflacionistas y anula o limita el efecto positivo de la caída del petróleo en los mercados -ha descendido desde los 85 dólares en dos semanas-. Dicho de otro modo, aunque el petróleo caiga en el mercado, ese descenso no se traducirá en un retroceso en el precio de los combustibles por la depreciación del euro.

Endeudamiento. Las empresas que tengan costes, deuda o financiación en dólares también salen perjudicadas con el descenso del euro. Si, por ejemplo, tuvieran que devolver hoy 100 millones de dólares, les costaría al cambio 81,3 millones de euros, cuando en noviembre les hubiera bastado con 66,2 millones.

Hipotecas en divisas extranjeras. Este efecto, igualmente negativo, constituye una prolongación del anterior. La fragilidad de la moneda única supone una mala noticia para aquellos ciudadanos que tengan contratada una hipoteca en una divisa distinta al euro y que se está revalorizando contra la moneda única. Uno de los casos más claros es el del yen nipón, puesto que los bajos tipos de interés de Japón han servido como reclamo para solicitar préstamos hipotecarios denominados en dicha moneda. Una cuota de 100.000 yenes costaba 750 euros con el cambio al que terminó 2009 -133,2 yenes por euro-. En la actualidad, con la moneda única a 113,5 yenes, esa cantidad asciende 881 euros sin necesidad de que crezca la cuota.

Viajar. Visitar Londres o Nueva York vuelve a resultar más caro con la caída del euro. A finales de noviembre, un bolso de 100 dólares en la Quinta Avenida salía por 66,2 euros. Ahora, la factura sería mayor: alcanza los 81,3 euros. Y visitar la Torre de Londres, que cuesta 17 libras, se ha encarecido al cambio de 18,5 a 20 euros en 2010.

Exportación. Representa, sin duda, la gran ventaja de un euro más débil. Es más, hay quien sostiene que las reticencias mostradas por Alemania para rescatar a Grecia responden a su voluntad, no confesada, de querer depreciar la moneda única para exportar más. Vamos, una devaluación competitiva encubierta. La cuenta es clara. Un coche europeo de 10.000 euros le hubiera costado a un estadounidense 15.100 dólares a finales de noviembre. Hoy, 12.300 dólares. Este favorable efecto se propaga al resto de países cuyas divisas ganan valor contra el euro. Y entre ellos figuran las principales potencias del mundo y las emergentes, con China a la cabeza. Hasta la fecha, el yuan sube un 14 por ciento contra el euro en 2010.

Turismo internacional. Aunque la factura de viajar a países como Reino Unido o Estados Unidos se está encareciendo, la contrapartida consiste en que a los turistas británicos, estadounidenses o japoneses se les abarata viajar a nuestro país, un efecto que puede representar un estímulo para el sector turístico español -y para el conjunto de la economía- justo en las puertas del inicio de la temporada estival. Hace dos meses, un paquete turístico de 1.000 euros le hubiera salido a un británico por 917 libras, 63 más que en la actualidad.

Resultados empresariales. Las empresas que tienen ingresos en monedas que están incrementando su valor contra el euro se encuentran de enhorabuena. El comportamiento cambiario les beneficia. Se puede tomar el ejemplo de Brasil, país en el que están presentes empresas españolas como Santander, Telefónica o Prosegur. A finales de 2009, cuando el real cruzaba a 2,5 unidades por euro, 10 millones de reales conducían a un retorno de 4 millones de euros. En la actualidad, con el real a 2,23 unidades por euro, esa cifra crecería hasta los 4,5 millones de euros.

Inversión. Si se confirman las previsiones que contemplan una caída adicional del euro, el momento actual resulta idóneo para invertir en activos estadounidenses. Imagine que, por ejemplo, adquiere ahora el título de una empresa estadounidense que cotiza a 10 dólares y que dentro de tres meses está a 15 dólares. Supuestamente, su rentabilidad es del 50%. Para comprarla hoy -y sin contar comisiones-, desembolsaría 8,13 euros y pasado ese tiempo conseguiría los 12,19 euros por acción correspondientes a la subida comentada. Ahora bien, si el euro se depreciara hasta los 1,16 dólares en ese mismo periodo, usted verá cómo esos 15 dólares ya no se cambian por 12,19, sino por 12,93 dólares, con lo que se encontraría con una revalorización del 59%. Y todo porque el efecto divisa ha ido en su favor.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky