Fecha límite: 15 de mayo. Ese día marcará el antes y el después definitivo para Grecia. Si para entonces se ha concretado y activado el plan de rescate de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Atenas podrá afrontar el vencimiento de su deuda pública. Si no, el impago dejará de ser una amenaza para convertirse en una realidad.
Quien subrayó con rojo ese día fue el propio ministro de Finanzas griego, George Papaconstantinou, quien apeló ayer a la necesidad de alcanzar un acuerdo sin demasiada dilación. Es decir, instó a que las negociaciones iniciadas entre todas las partes implicadas fructifiquen en un rápido consenso. "Claramente, el desacuerdo entre las autoridades ha retrasado una resolución, pero en la medida en que los políticos aplacen la decisión, más caro será un eventual rescate", reconoce Stefan Isaacs, gestor de renta fija de M&G.
Pero, ¿hay algún motivo para que fuera tan preciso con la fecha? Sí. Cuatro jornadas después, el 19 de mayo, Grecia afronta el vencimiento de casi 10.000 millones. ¿Y la posibilidad de obtener financiación en los mercados? Cada vez parece más remota, sobre todo tras sesiones como la de ayer, en la que las ventas provocaron que el rendimiento de los bonos helenos a 10 años se disparara del 7,88 al 8,10%, el nivel más alto desde el nacimiento del euro en 1999.
Este repunte arrojó dos consecuencias adicionales para Grecia. En primer lugar, su prima de riesgo, medida por la diferencia entre la rentabilidad de los bonos helenos y alemanes a 10 años, aumentó de los 478 a los 503 puntos básicos -o 5,03 puntos porcentuales-, la brecha más amplia desde 1998. Y segundo, el seguro contra el impago (CDS) griego subió de los 468 a los 481 puntos básicos, otro reflejo de la creciente desconfianza que inspira la posición helena entre los inversores.
Contagio a España
El impacto también alcanzó a los parqués, ya que el índice griego FT/ASE 20 se dejó un 1,8%. En este caso, eso sí, un castigo inferior al sufrido en el PSI 20 portugués y el Ibex 35 español, que cedieron más de un 2%. Para el segundo, ese retroceso estuvo a punto de hacerle perder la cota de los 11.000 puntos, ya que terminó en los 11.064,7. Sí perdió, sin embargo, su soporte agresivo, los 11.076 puntos, lo que indica, en palabras de Carlos Doblado, analista técnico de elEconomista, que "podría seguir cayendo hasta los 10.700 puntos".
A su vez, esas caídas superaron con creces a las de otros indicadores, como el alemán Dax, que cedió un 0,5%. En este sentido, los inversores también están poniendo las barbas lusas y españolas a remojar. Lo reflejaron sus primas de riesgo: la portuguesa ascendió a los 170 puntos básicos, su máximo desde marzo de 2009; y la española, a los 80 puntos básicos, la cota más elevada desde febrero.
A propósito del riesgo de contagio, el economista y profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, señaló ayer en su página web que España "no está todavía al borde del abismo al que están mirando los griegos", aunque advirtió de que podría aproximarse a él si no se acometen de manera urgente "avances en la consolidación fiscal y reformas estructurales" que permitan estabilizar los niveles de deuda pública, reducir los déficit externos y restaurar la competitividad y el crecimiento. Y, por si acaso, recordó que los problemas españoles supondrían una "mayor amenaza para el euro".
Conscientes de estos riesgos, los inversores centraron ayer de nuevo su punto de mira en la moneda única. Se depreció un 0,4% contra la divisa estadounidense, hasta los 1,338 dólares. Hasta la fecha, y debido principalmente al impacto de la crisis griega, el euro acumula un retroceso del 6,5% en 2010.