
"Otra avalancha está formándose en la cima de la montaña de crédito, mientras el riesgo se transmite desde los cofres corporativos a las cajas fuertes soberanas. Y los inversores inteligentes siguen fijándose la evolución de la deuda corporativa como un mecanismo temporal para detectar correcciones en la renta variable", señala Todd Harrison, de MarketWatch, que advierte que se está creando otra gran tempestad, en un momento de incertidumbre en el que la bolsa está más conectada que nunca a la economía.
"No hay duda de que los alcistas han conseguido la corona alcista en el último año. Aunque se puede estar o no de acuerdo en cuáles son los catalizadores de las subidas, lo cierto es que el precio está ahí", reconoce.
Sin embargo, pese a todo lo que ha recuperado y ganado el mercado en los últimos meses, hay asuntos clave que dan pistas de que en realidad sigue el reinado de los osos, aunque éstos se hayan retirado momentáneamente.
Hay diez razones por las que "lo que estamos viendo es un mercado alcista cíclico en un contexto bajista prolongado y doloroso". Es decir, que se pueden identificar diez indicios que auguran un futuro muy incierto.
La primera tiene que ver con Grecia, concretamente con las ayudas que puede recibir en un momento en el que tiene 20.000 millones de euros en deuda que vence en abril y mayo. La forma en la que se ayude finalmente al país heleno "será testada cuando el próximo socorrista empiece a ahogarse", sentencia Harrison. Es decir, cuando el próximo país de la eurozona esté en apuros.
Mercado y economía, más conectados que nunca
Cruzando el Atlántico, la siguiente duda surge entorno a la recién aprobada reforma sanitaria estadounidense. "La nueva legislación podría añadir cientos de miles de millones de dólares al ya de por sí abultado déficit. Eso sólo puede conducir a una subida de impuestos o al establecimiento de políticas de austeridad. Ninguna de las dos soluciones apoya el crecimiento económico, y ambas repercuten negativamente en el consumo", explica el columnista.
Harrison añade que lo más preocupante es que todo esto está sucediendo en un momento en el que la interconexión entre el mercado y la economía es mayor que nunca.
Precisamente por esa fuerte conexión, también es una amenaza para el mercado alcista el hecho de que los prespuestos públicos se estén "agrietando".
Junto a los recortes y la prudencia, también ha resurgido el egoísmo. O, más bien, llevado a un plado global y político, el proteccionismo. "De Google a Toyota, pasando por lo que sucede entre la UE y Grecia, se sigue sembrando la semilla del proteccionismo. Y esa postura está en el lado opuesto de la globalización en la escala de la prosperidad", asegura Harrison.
Gris estado de ánimo
Tampoco ayuda el hecho de que el estado de ánimo y la confianza de la sociedad sea débil en el mejor de los casos, y se esté deteriorando en el peor. Además "sigue evolucionando la división entre la calle y Wall Street, entre los que tienen algo y los que no tienen nada. La acritud social se ha convertido en falta de paz y descanso en algunos lugares del mundo", señala el columnista.
También "abunda la autocomplacencia, tal como muestran los indicadores tradicionales de volatilidad, como el VIX". Es decir, que, aunque se haya puesto en duda en los últimos tiempos la validez de estas medidas como termómetro del miedo y del riesgo global, lo cierto es que el riesgo cuantificado como volatilidad está en niveles no vistos desde junio de 2008, tres meses antes de que la crisis mostrara su peor cara.
Desempleo, malas perspectivas económicas...
Hay otros aspectos que perjudican a la economía y, por tanto al mercado. Uno de los principales es el desempleo. "Aunque la tasa oficial (en Estados Unidos) sigue justo por debajo del 10%, casi uno de cada cinco americanos está subempleado, es decir, que han dejado de buscar empleo y permanecen parados o haciendo trabajos esporádicos muy por debajo de su cualificación", comenta Harrison.
El columnista también señala como una piedra potencial en el camino alcista del mercado las perspectivas económicas en sí. "Los tipos de interés sólo tienen una dirección posible (las subidas), los ratios de endeudamiento respecto al PIB se acercarán o sobrepasarán el 100% en todos los países del G7, salvo en Canadá y Alemania...", enumera.
Por último, Harrison recuerda que la crisis en el sector de la vivienda, que fue donde comenzó todo, aún no ha terminado. "Debemos recordar que hay gran cantidad de deuda ligada a hipotecas, algunas de ellas tóxicas, en el balance de instituciones públicas y privadas y, por extensión, en cuentas bancarias de toda América", advierte.
Eso sin tener en cuenta el último mercado que ha levantado sospechas: el de las hipotecas comerciales. Las pérdidas que estos créditos pueden causar a los bancos estadounidenses podrían alcanzar los 300.000 millones de dólares a partir de 2011, la mayoría en pequeñas entidades, que gestionan activos por menos de 10.000 millones de dólares.