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Los europeos vuelven a examinar las cuentas de Grecia y mecanismo de ayuda

Bruselas, 13 mar (EFE).- Los ministros europeos analizarán la semana que viene la evolución de la crisis presupuestaria en Grecia y tratarán de acordar un mecanismo de emergencia que ayude a este miembro de la Eurozona a evitar la quiebra, llegado el caso.

Después de semanas de rumores sobre un inminente rescate que no termina de producirse, los preparativos parecen haber llegado a su momento culminante y la cuestión será abordada el próximo lunes por los ministros de Finanzas de los dieciséis países de la zona del euro.

Diversas fuentes comunitarias han adelantado que la forma más viable para los socios de ayudar a Grecia, en el caso de que no pueda obtener financiación del mercado a costes razonables, sería avalando sus futuras emisiones de deuda.

En lo que queda de año, Atenas tiene que hacer frente a vencimientos por valor de unos 55.000 millones de euros.

Desde que estalló la crisis griega gobiernos e instituciones europeos tratan de poner a punto un mecanismo de urgencia que sea compatible con las normas de la unión económica y monetaria, especialmente con la cláusula del tratado que prohíbe asumir o financiar directamente la deuda de un socio del euro.

No se trata de solidaridad con Grecia, a cuyos sucesivos gobiernos Bruselas culpa del penoso estado de las cuentas públicas y de haber agravado la crisis falseando sus estadísticas, sino de evitar la desestabilización del conjunto de la Eurozona que podría producirse si la desconfianza en los bonos griegos se termina contagiando a otros miembros.

En la cumbre del pasado 11 de febrero, los socios europeos prometieron actuar de manera "decidida y coordinada" si llegaba el caso, al tiempo que exigieron al Gobierno de Yorgos Papandréu que tomara todas las medidas necesarias para reducir el déficit público de su actual nivel del 12,7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) a menos del 3 por ciento en 2012.

La Comisión Europea (CE) certificará el lunes que Papandréu está cumpliendo su parte del pacto, por lo que ahora toca a los socios de la Eurozona acordar -aunque no necesariamente hacer público- el mecanismo de rescate que utilizarían, si fuera preciso, para salvar a Grecia de la bancarrota.

Ante el pleno del Parlamento Europeo, el presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso, dejó claro el martes pasado que "Grecia ha tomado las medidas necesarias para reducir su déficit fiscal este año".

Confirmó que el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE) "trabaja activamente" con los miembros de la zona euro en la definición del instrumento que las autoridades griegas podrían utilizar en caso de necesidad.

Aunque no dio ningún detalle, aseguró que será "compatible con el tratado" y que fijará condiciones de uso "muy estrictas". Advirtió igualmente de que deberá ser aceptado por todos los miembros de la zona.

Alemania y Holanda continúan mostrándose reticentes a una operación de rescate que pueda llevar al Gobierno griego a relajar sus esfuerzos de ajuste, según algunas fuentes europeas.

Este viernes, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, indicó con claridad, en un artículo publicado en el diario británico "Financial Times", el precio que Berlín va a exigir a los que, con su prodigalidad fiscal, pongan en peligro la solvencia y la estabilidad de la moneda única.

Alemania, que hace once años renunció al modélico "deutsche mark" (DM) para permitir el nacimiento del euro, exige un endurecimiento de las reglas de vigilancia y disciplina, que puede llegar hasta el extremo de cortar los fondos de cohesión europeos a los Estados con déficit excesivos, suspenderles su derecho de voto en el Consejo o expulsarlos pura y simplemente de la unión monetaria.

"Si queremos que el euro sea fuerte y estable de forma duradera -nuestra condición para poner el DM y su alta credibilidad en los brazos del euro- tenemos que estar preparados para una mayor integración en la Eurozona", advertía también Schäuble.

El artículo de este peso pesado de la política alemana confirma que la crisis griega va a traer como consecuencia una mayor integración entre los miembros del euro, con la posibilidad hasta ahora considerada tabú, de que los socios europeos tomen "parte activa" en la definición de las prioridades y decisiones presupuestarias de los demás.

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