
Cada vez más compañías ofrecen al accionista la posibilidad de elegir entre la retribución en acciones o en efectivo. Sepa sus condiciones, qué opción le conviene más según su perfil de inversor y las ventajas fiscales que encierra cada una de estas alternativas.
No siempre lo que está de moda tiene por qué sentar bien a todo el mundo, o el mismo remedio puede funcionar para cualquier tipo de enfermo. Sucede en la vida cotidiana y, cómo no, en la bolsa. Por eso, aunque desde hace unos meses ha llamado a la puerta de los inversores una nueva modalidad de retribución, es preciso que sepa qué opciones tiene a la hora de elegir, y cuál le compensa más.
Si el dividendo, históricamente, se ha convertido en un colchón para sortear los momentos más inestables de la renta variable, ahora puede traer algún que otro quebradero de cabeza al inversor. La razón es que cada vez más compañías de las que ofrecían efectivo, están cambiando su política de retribución. Es decir, la elección entre tomar el dividendo contante y sonante y la de recibir acciones está ganando adeptos. Al fin y al cabo, la bolsa española sigue siendo la que más rentabilidad por dividendo ofrece dentro de las fronteras europeas, al situarse en el 4,87 por ciento.
Pero, ¿cómo saber qué conviene más? "Lo primero a tener en cuenta es el perfil del inversor. Por muy buena expectativa de evolución que puedan tener la renta variable nunca será aconsejable para personas que no tengan capacidad de asumir ese riesgo. Sólo puede plantearse esa opción el inversor que sabe sobrellevar la volatilidad de los mercados financieros. ", señala Víctor Alvargonzález, Consejero Delegado de Profim.
Y más en un momento como el actual, ya que, aunque desde la firma consideran que la renta variable "dará mayor rendimiento que el efectivo, sobre todo en EEUU, algunos mercados emergentes y Japón", excluyen de ese buen comportamiento ciertos parqués, como el español. Por tanto, si su cartera está compuesta por valores españoles y dan la sopresa -como lo hizo Santander en su momento, o Iberdrola y Gamesa recientemente-, de ofrecerle las dos opciones de retribución, piénselo teniendo en cuenta las expectativas que haya en torno a la renta variable española. O, al menos, busque opciones atractivas de inversión.
En este sentido, Ricardo Sánchez Seco, gestor de inversiones de Gestiohna Asesores Financieros, señala que "si el valor tiene muy buenas perspectivas de revalorización, lo ideal será percibir el dividendo en forma de acciones, puesto que se rebajaría el precio medio de la inversión (por la misma cantidad desembolsada inicialmente para la compra, tendrías ahora más títulos en cartera). Además, se diferiría el pago del impuesto y te ahorrarías los corretajes de bolsa".
De hecho, ésta es una de las ventajas que presenta, a priori, recibir la retribución en especie y es que está exenta de retención fiscal. Eso sí, hasta el momento en que se vendan esas acciones, que tributarán como es habitual. La única diferencia es que, en el caso de recibir el dividendo en efectivo los primeros 1.500 euros están exentos de tributación, algo que no sucede con los títulos.
En realidad, nada nuevo
Pero el dividendo en acciones no es en realidad nada nuevo. Compañías como Abertis o Zardoya Otis llevan años repartiendo títulos entre sus accionistas mediante ampliaciones de capital liberadas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este tipo de operación siempre diluye al accionista, igual que los pagos ligados a ampliaciones que conllevan emisión de nuevas acciones, como hizo en su momento Santander.
No obstante, hay otra alternativa, la que han llevado a cabo BBVA y Popular -que este año repetirá de nuevo-, y es la de entregar acciones procedentes de autocartera. En este caso, el accionista no vería diluida su participación.