
El mercado de deuda pública se mueve. Y los cambios ciernen ciertas sombras sobre la posición española. Durante los once primeros meses de 2009, los inversores extranjeros sustituyeron en sus preferencias la deuda a largo plazo por letras del Tesoro, los títulos con una vida inferior a dos años.
Así, si a finales de 2008 poseían 49,5 de cada 100 euros que había en bonos y obligaciones españolas, esta proporción se redujo al 44,8% hasta noviembre del pasado ejercicio, la cantidad más reducida desde 2003 y muy inferior al 53,1% que llegaron a tener en 2006.
Por el contrario, el año pasado aumentaron su presencia en letras desde el 21,4 hasta al 48,2% del total.
Los grandes compradores
En contraste, el resto de los grandes tenedores de deuda española a largo plazo, como los bancos y las empresas no financieras, incrementaron su porción en la tarta. Los primeros poseen 1 de cada 3 euros en papel a largo plazo -el 32,5%-, por encima del 29,1% de finales de 2008.
Esta subida se sustentó en que se hicieron con 35.158 de los 77.100 millones de euros en los que engordó la cuenta de la deuda más longeva entre enero y noviembre. "Sin duda, las entidades fueron los grandes compradores de 2009. Buscaron rentabilizar la financiación barata proporcionada por el Banco Central Europeo con los títulos estatales a largo plazo. Veremos si ocurre lo mismo en 2010", asegura un operador del mercado.
En cuanto a los inversores no financieros, pasaron del 13,3 al 14,2% -de 37.318 a 50.640 millones de euros-, un avance apoyado fundamentalmente en las compras de las administraciones públicas, que tienen el 11,9% de los bonos y obligaciones, frente al 10,8% de 2008.
En proporción, estos aumentos fueron mayores que los realizados por los inversores extranjeros, por mucho que, en dinero, éstos posean 159.963 millones en bonos y obligaciones, 21.420 millones más que cuando concluyó 2008. De ahí su pérdida relativa en el conjunto de la cartera existente de estos títulos.
Entorno incierto
Paralelamente, los inversores no residentes dirigieron su punto de mira a las letras, segmento en el que arrasaron en 2009. Hasta noviembre, su cartera creció casi en 30.000 millones de euros, hasta los 41.011 millones, una cifra que les permite atesorar casi 1 de cada 2 euros que hay en títulos a corto plazo. Nunca antes habían alcanzado una proporción tan alta, ya que, por ejemplo, hace 10 años apenas poseían el 0,5%.
A su vez, este aumento ha propiciado que los no residentes superen a los bancos como los mayores tenedores de letras.
Si bien este trasvase significó que la deuda española siguió contando con el respaldo de los inversores extranjeros, confirma los recelos que envuelven a la deuda española a largo plazo. Estos temores comenzaron con la rebaja del rating realizada por la agencia Standard & Poor's (S&P) en enero de 2009, cuando lo rebajó de 'AAA' hasta 'AA+', y arreciaron en diciembre, después de que esa misma sociedad redujera la perspectiva sobre España de "estable" a "negativa".
El riesgo de sufrir otro recorte de la calificación supone una amenaza para la deuda a largo, es decir, el segmento que más dinero aportó a las arcas públicas el pasado ejercicio. En 2009, el 51,3% de los 224.286 millones de euros brutos emitidos por el Tesoro Público provino de bonos y obligaciones.
Un 'cliente' fundamental
Los movimientos por parte de los inversores extranjeros resultan fundamentales para la estrategia de financiación del Estado, puesto que poseen la mayor proporción de deuda española. De los 442.135 millones de euros existentes a finales de noviembre, 209.974 millones están en manos de los no residentes. Es decir, de cada 100 euros, 47,5 euros se encuentran en su cartera.
Por detrás figuran las entidades financieras, con 148.300 millones de euros en su poder.