Bolsa, mercados y cotizaciones

¿Busca proteger su inversión en la renta fija? No se fíe y acuda a la deuda a corto plazo

Las Letras a un año ofrecen casi el mismo rendimiento que los bonos a diez años. Foto: Archivo
Las caídas bursátiles han recordado a los inversores que la deuda pública aún existe. Con los parqués internacionales sumidos en un océano de dudas, no pocos ahorradores han retirado su dinero de las bolsas y lo han conducido hacia la mayor seguridad que ofrecen en estos momentos los títulos emitidos por los Estados.

Aunque esta huida hacia activos menos arriesgados responde a una actitud defensiva, esta reacción se ha apoyado también en otro elemento: el mayor atractivo que ha ido cobrando la deuda en los últimos tiempos. En España, todos los títulos, desde las Letras a 12 meses hasta la obligaciones a 30 años, presentan unos rendimientos que rondan el 4 por ciento y que, por lo tanto, superan la inflación. Esta realidad se ha ido forjando en los últimos meses por la contención de los precios. Así, la inflación, que en julio de 2006 estaba en el 3,9 por ciento, se limita actualmente al 2,4 por ciento.

Cuidado con su inversión

Ahora bien, por mucho que la respuesta sea lógica y que los rendimientos hayan ganado atractivo, no conviene meter a toda la deuda pública en el mismo saco. Cuando una persona invierte en bolsa, se dice que lo hace en renta variable porque no se puede predecir la rentabilidad que obtendrá.

En cambio, a la deuda pública -también a la privada- se le denomina renta fija, ya que el inversor sabe de antemano los intereses que recibirá. Es un rendimiento que se mantiene constante durante toda la vida del producto, razón por la que tiene un carácter fijo.

No es lo mismo

Sin embargo, esta distinción resulta demasiado simple en estos momentos. Sobre todo, porque no toda la renta fija es tan segura. Este extremo obliga a dar un paso más y distinguir entre la deuda a corto y largo plazo. Dentro de la primera figuran los títulos de hasta dos años de vida, es decir, las Letras del Tesoro -en el caso español- y los bonos a dos años. En la segunda se incluirían todos los productos con un vencimiento superior, como son los bonos a 5 años y las obligaciones a 10 ó 30 años.

¿Por qué es aconsejable esta diferenciación? Porque, para los expertos, por el momento hay pocas dudas. "Seguimos prefiriendo los tramos cortos a los largos", afirma Virginia Romero, analista de renta fija de Ahorro Corporación.

Los peligros de la renta fija

Estas preferencias responden a un criterio: el riesgo. Aunque parezca mentira, en la renta fija también existe. Como ocurre en cualquier otro mercado, las Letras o los bonos también se negocian y sus precios suben o bajan. Y ahí radica la clave. En los bonos u obligaciones a largo plazo, el riesgo de que los precios caigan es superior por el mero hecho de que son productos con una vida más longeva.

Imagine, por ejemplo, que usted ha comprado bonos a diez años. Si los mantiene hasta su vencimiento no tendrá mayor problema. Al cabo de ese tiempo recuperará el dinero más los intereses que usted conoce desde el principio.

El peligro viene si usted se ve obligado a vender esos mismos bonos antes de su vencimiento porque necesita ese dinero. Si se da el caso de que el precio es inferior al del momento de la compra, habrá cobrado los intereses correspondientes, pero perderá la diferencia de precios. Es decir, con la renta fija también se puede perder dinero. De hecho, la mayoría de los fondos de renta fija terminó en números rojos en 2006 por la caída del precio de los bonos.

Vuelven los bonos

Ahora, con el descenso de las bolsas, las compras han vuelto a los bonos. Sin embargo, los expertos recelan de este movimiento. Es decir, no descartan que las ventas regresen, con el consiguiente riesgo potencial de pérdidas.

Este hecho motiva la predilección de los analistas por el corto plazo, ya que su menor vida reduce los riesgos. Pero hay otro factor que refuerza esa preferencia: las Letras a un año ofrecen casi el mismo rendimiento que los bonos a diez años. El de las primeras asciende al 3,93 por ciento, frente al 3,96 por ciento de los segundos. Por lo tanto, su ventaja comparativa es evidente: ofrece la misma rentabilidad con un riesgo muy inferior.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky