
IBEX 35
17:35:14
14.100,60

-139,30pts
El telón que puso punto y final al ejercicio 2009 en la bolsa española cayó el martes, dejando el contador de rentabilidad anual del Ibex 35 luciendo un ascenso del 29,84%, hasta los 11.940 puntos. El resumen más rápido es que ha sido la mejor función del índice desde 2006.
Hubiera podido ser la más rentable en una década, pero en la última jornada del año, donde el Nasdaq desempeñó un papel protagonista (se desalojó ante una falsa alarma de un paquete sosprechoso) fallaron las fuerzas y el Ibex 35 (IBEX.MC) tuvo que conformarse con afirmar que, a pesar de la recesión económica que atraviesa España, él había conseguido olvidar el fatídico 2008. Olvidarlo, pero no compensarlo, ya que el año pasado el indicador se dejó un 39,43%.
En cualquier caso, el resultado final es más que satisfactorio. Y lo ha sido porque, nunca de manera tan comprometida como en 2009, los mejores directores de orquesta del mundo se han esforzado en afinar y conducir la bolsa hasta que ha podido sonar por sí sola. Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, se ha confabulado con Barack Obama para alentar al mercado.
Un año de medidas extraordinarias
Jean-Claude Trichet, desde su oficina en Fráncfort, también ha aplicado la misma formación a sus funcionarios: colocar los tipos de interés en mínimos históricos, en el 1%, apoyar al sistema financiero con subastas de liquidez, y sostener el mercado de deuda comprando cédulas hipotecarias.
Con tanta batuta de primer nivel, y el bajo riesgo con una rentabilidad que conducía a cero, hubo que arriesgar. Más aún cuando el G-20, con su decisión de abrir la mano a la hora de contabilizar parte de los números rojos de la banca al permitir no reconocer las pérdidas de valor de los activos, lanzaba el guiño claro de que los resultados de las entidades financieras cotizadas iban a dejar de lucir multimillonarias pérdidas.
Frenar su sangría bursátil era el primer paso que dar. El mensaje fue claro: la banca debía volver a ganar dinero, ya que las inyecciones estatales multimillonarias habían sido insuficientes, aunque la zona euro y EEUU habían presupuestado para planes de rescate 3,66 millones de euros.
Atar primero, luego engrasar
La partitura de la bolsa española en 2009 ha sido un remake de las Cuatro Estaciones de Vivalvi. De ahí que el invierno comenzara con un Allegro non molto. Porque hubo alegrías. De hecho, la primera sesión del año fue una de las 10 más alcistas del ejercicio y tuvo un toque premonitorio, porque fueron las compañías financieras las que más tiraron de la bolsa.
Hacia arriba esa jornada, pero hacia abajo muchas de las que llegaron poco después. Como explicaba Vivaldi, en invierno hubo alegrías, pero no muchas o corrigiéndole, no todas. Porque el invierno fue especialmente abrupto en altibajos. De hecho, un altísimo porcentaje de las jornadas más palpitantes del año, tanto las buenas como las malas, se sucedieron a lo largo de los tres primeros meses del año y bien pegadas.
Entonces la bolsa era un mar de volatilidad, con el índice VIX, que mide el miedo en el indicador S&P 500, cotizando un 157% sobre el nivel actual.
Así, el pasado invierno nos dejó la sesión más dramática del ejercicio para el Ibex 35. En ella, el indicador se dejó un 4,6%, tras anunciar el banco HSBC que ampliaba capital. Aquella comunicación se interpretó como la caída de uno de los últimos bastiones financieros. Aquello fue, prácticamente, la capitulación bursátil.
Mínimos y... ¡a volar!
Las sesiones posteriores al 2 de marzo condujeron al mercado hasta el mínimo del ejercicio. El día 9 de dicho mes el Ibex se colocaba a 6.817,4 puntos. Fue su nivel más bajo anual, que se produjo pocos días después de que Trichet pusiera por primera vez en la Historia el precio del dinero por debajo del 2%.
Aquel 5 de marzo al presidente del BCE le faltó algo de sutilidad, ya que si bien ablandaba su política monetaria, lanzaba el tranquilizador mensaje de que iba a producirse una contracción durísima.
Pero se hizo la luz. La primera puerta la abrió justo uno de los nombres propios que más habían sentido en sus carnes la crisis: Citi.
Quien había sido el mayor banco estadounidense en la era presubprime filtró (o alguien filtró) que la entidad estadounidense, que había sufrido fuertes pérdidas (unos 14.000 millones de euros en 2008), estaba siendo rentable en el primer trimestre del año. Era una nota para empleados. Y aquello fue un punto de inflexión.
Una remontada histórica
El comienzo de la recuperación de la bolsa (de la que los expertos dudaron durante meses) y también la mejor sesión del año para el Ibex 35, que se anotó un 4,93%.
Un ascenso tan abrupto que sólo se puede comparar con el que regaló el 2 de abril el G-20 , cuando declaró que iba a permitir a las entidades financieras no valorar una serie de activos a precios de mercado para evitar volatilidades en sus cuentas de resultados. Aquella noticia se transformó en un ascenso para el principal índice español del 4,69%.
Aquella primera explosión alcista se coronó el 23 de marzo. En diez sesiones el Ibex 35 se había anotado, en su mejor racha desde 2005, un 16%. La había rematado el presidente del Tesoro estadounidense mostrándose partidario de adquirir activos tóxicos a las entidades financieras. La banca norteamericana lo celebraba con ascensos del 20% en el día.
El 'quid' de los resultados
La bolsa ya estaba, por aquel entonces, en primavera. Como era propio en la estación, vinieron algunas sesiones tormentosas -entre las peores del ejercicio figuran las del 30 de marzo, cuando el presidente del Tesoro de EEUU adelantó que algunos bancos podrían necesitar más capital, o el 20 de abril (véase gráfico)-, pero el camino para la recuperación ya estaba algo más despejado.
Los expertos explican que si el arranque del rebote -de un 75,14% para el Ibex 35 desde los mínimos de marzo-, se sustentó en un cierre de posiciones de los inversores bajistas, el resto del avance tuvo un toque fundamental.
Los resultados de las empresas cotizadas batieron previsiones en el primer, segundo y tercer trimestre y eso provocó continuadas revisiones al alza de valoraciones y de previsiones que calentaron el fuelle alcista. Éso, y el dinero, como el de los gestores de fondos, que estaban atrincherados y han tenido que invertir para no perderse la subida.