
La sacudida vendedora sufrida la semana pasada clarificó el paisaje de los mercados financieros internacionales. Algo así como si hubiera servido para separar el grano de la paja.
Lo acontecido en las cuatro últimas sesiones, principalmente en la del martes, arroja unas lecciones que los inversores, por mucho que les cueste extraer una lectura positiva en plena fase bajista, deben tener presentes. Sobre todo, porque están destapando la sensibilidad de los mercados. O lo que es lo mismo, ponen en evidencia a aquellos activos que, por el motivo que sea, son más propensos a sufrir unos descensos mayores en estos momentos.
Del mismo modo que el ser humano azuza su ingenio y su instinto de supervivencia en tiempos de crisis, los inversores también se rebelan cuando las cosas se tuercen. Y siempre con el objetivo de proteger su dinero. Es entonces cuando suelen mostrar, bien a las claras, qué activos les convencen menos. En esos momentos no hay lugar para medias tintas, ya que las dudas pueden conducir a pérdidas importantes, por lo que las ventas se ceban especialmente en determinados activos. Es decir, les delatan.
Las ventas hablan
Este patrón de comportamiento no ha cambiado en esta ocasión. Todo comenzó el martes 27 de febrero, después de que los mercados chinos sufrieran la mayor caída de los últimos diez años. Pese a que los expertos han reiterado que se trató de un "fenómeno local", su impacto cobró dimensiones globales de inmediato.
Ahora bien, aunque han sido escasos los activos que se han salvado de la quema, todos los descensos no deben meterse en el mismo saco. Primero, por la distinta profundidad de los recortes. Y segundo, por la historia que figura tras esas caídas.
El mayor castigo lo han sufrido los mercados emergentes. "Como era previsible las caídas son más acusadas entre acciones de países emergentes", confirman desde la gestora suiza Pictet. Si resultaba previsible se debía, por un lado, a las suculentas subidas que habían acumulado estos mercados en 2006 y en las seis primeras semanas de 2007. En este periodo, los avances de los denominados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) oscilaron entre el 40 y el 190 por ciento.
Estampida de los fondos
Al mismo tiempo, el curso de la historia enseña que en cuanto suenan las alarmas en los parqués, los grandes fondos de inversión tocan a retirada y huyen de los mercados emergentes en busca de refugios más o menos temporales. En este caso, este repliegue se ha visto acentuado, precisamente, por las importantes revalorizaciones previas.
Los efectos han sido claros. El martes los descensos se movieron entre el 1,25 por ciento del índice indio Sensex y el 9,24 por ciento del chino SS300, y en el conjunto de las cuatro últimas sesiones los números rojos superan el 5 por ciento.
Para las grandes gestoras de fondos y, por supuesto para los inversores y partícipes, los mercados emergentes son una fuente de diversificación mediante la buscar rentabilidades adicionales.
Pero ya se sabe, a mayor rentabilidad, también hay mayor riesgo, y en los momentos de pánico los inversores no quieren oír nada sobre atrevimientos de ningún tipo. "Los activos de más riesgo, como los mercados emergentes, son siempre las mayores víctimas", afirman los expertos de ING Investment Management.
El abanico se amplía
Otros activos que han sufrido una dura cura de adelgazamiento han sido las acciones de los sectores de moda en los parqués en los últimos tiempos. Así, no extrañó que entre las mayores caídas sufridas el pasado martes, y también en las sesiones posteriores, en los mercados españoles figuraran constructoras e inmobiliarias, cuya racha bursátil resultaba espectacular.
El martes, por ejemplo, las constructoras Sacyr Vallehermoso (SYV.MC), Acciona (ANA.MC) y Ferrovial<:FER.MC:> cayeron más de un 6 por ciento, mientras que los títulos de la inmobiliaria Astroc<:AST.MC:> han acumulado un retroceso del 36 por ciento en las cuatro últimas jornadas.
Pero las ventas no se circunscribieron a las bolsas. También alcanzaron a otros ámbitos, y entre ellos adquirió un significado especial la caída del oro. Tradicionalmente, el metal precioso ha sido considerado un activo refugio, es decir, un activo en el que invertir en tiempos de crisis.
Ahora, sin embargo, ha ocurrido justo lo contrario. Sin ir más lejos, el martes se sumó a la corriente y el precio de la onza de oro al contado bajó un 3,38 por ciento. Como sostienen desde CapitalatWork, "el oro no es tampoco el refugio ideal". Y todo porque este metal no se ha librado de las presiones especulativas, que habían acercado de nuevo su cotización a los 700 dólares y que, con el susto, también se han retirado del oro.