El culebrón del díscolo inversor Bernard Madoff vuelve a tomar un giro inesperado. Cuando su sentencia a 150 años de cárcel por orquestar el mayor fraude de la historia parecía haber sentado cátedra en los barrios financieros de todo el mundo, su estado de salud podría pender de un hilo.
Al menos así lo afirma el diario estadounidense The New York Post, que asegura que el autor del esquema de Ponzi que engulló cerca de 65.000 millones de dólares a sus víctimas, padece un cáncer de páncreas avanzado y consume más de una veintena de píldoras al día. Este hecho, por trágico que parezca, podría añadir más leña al fuego sobre la revelación del fraude a las autoridades estadounidenses. Al fin y al cabo, reconocer sus fechorías sabiendo que su estado de salud es precario explicaría por qué Madoff decidió entregarse a las autoridades el pasado diciembre.
Los rumores sobre su enfermedad ya comenzaron meses atrás, mucho antes de que ingresase en el centro penitenciario de Butner, en Carolina del Norte, en junio. Tanto su abogado como el de su mujer, Ruth, nunca han negado ni confirmado que el que fuera presidente del Nasdaq padeciese una grave enfermedad alimentando los rumores que corren en los distintos medios de comunicación de EEUU.
Ajetreada vida social
Por otro lado, la vida de Madoff en la cárcel parece haber dado un giro bastante extraño y peculiar. El gestor de fondos se ha sumado al grupo de indios nativoamericanos de la prisión y participa en distintos rituales de purificación, que incluyen rezos, fumar en pipa y el uso de rocas calientes para inducir al sudor. Ni que decir tiene que estas aventuras religiosas se practican a pecho descubierto como ejercicio de desintoxicación.
Además, parece que Bernard ha hecho migas con los grupos de homosexuales que residen en la prisión, una relación que el New York Post describe como "meramente platónica", citando a compañeros de prisión de Madoff. La misma fuente asegura que varias bandas de la prisión están intentando recluir al inversor en sus selectos clubs y que más de uno le hace el paripé cocinándole sandwiches en su celda.
De momento parece que Madoff no se aburre. Entre su ajetreada vida social también se incluye pintar vallas.