
Las ventas de bonos corporativos en Europa en los siete primeros meses del año escalaron repentinamente hasta un récord histórico de 1,1 billones, pulverizando la anterior plusmarca que se había establecido en el conjunto de 2007. Y todo por la presión de la recesión, que ha llevado a las compañías a buscar financiación aumentando capital y emitiendo deuda.
Los inversores se han sentido atraídos por la promesa de las mejores rentabilidades que da este activo en más de una década, con títulos con grado de inversión (investment grade) que rentan más de un 10% en el año, según datos de los índices de Merrill Lynch & Co recogidos por Bloomberg.
Las pérdidas y depreciaciones de más de 1,5 billones que suman las empresas europeas, unido a la desconfianza de los bancos, les han forzado a acudir al mercado de deuda. La demanda forzó además que la prima media del papel con grado de inversión se disparara un 2,21% por encima de lo que ofrecían los bonos gubernamentales, hasta alcanzar un récord del 4,63% a finales de marzo, tal como refleja el indicador Merrill Lynch EMU Corporate.
Todos ganan
"Tanto inversores como emisores han salido ganando con esta situación", apunta Nick Burns, analista y estrategia del mercado de crédito de Deutsche Bank, que explica que "aunque los diferenciales de crédito (spreads) han sido muy altos, el coste total que han afrontado las compañías emisoras no ha sido particularmente excesivo".
La mayor emisión de Europa fue la que hizo Roche el pasado febrero, que colocó 15.800 millones de euros en títulos de deuda denominados en euros y dólares, con el objetivo de conseguir el dinero necesario para financiar la adquisición de la estadounidense Genentech.