
Con un enfoque siempre didáctico, que delata su vocación académica en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), Juan Carlos Sánchez, vicepresidente del departamento de sindicación de bonos de BBVA, conoce y sabe explicar claramente todos los entresijos de los seguros de crédito -conocidos como CDS-, uno de los activos que han estado en entredicho en la crisis financiera ante la dimensión que han tomado, puesto que el volumen total de este mercado es 2,8 veces el PIB de EEUU.
De hecho, asegura que sin este producto las pérdidas habrían sido mucho más millonarias, ya que ha servido de colchón ante posibles suspensiones de pagos. Además, relata que si se saben utilizar pueden aportar importantes ventajas al inversor.
¿A qué se debe la mala fama que ha cosechado en el parqué?
Básicamente considero que hay desconocimiento por la forma en que estos productos funcionan, y de los riesgos y bonanzas que conllevan. Como todo instrumento derivado, permite al inversor un grado de apalancamiento y por tanto de riesgo alto, que si no se gestiona internamente dentro de una entidad y con un regulador, produce unas pérdidas potenciales grandes en el caso de que el mercado evolucione en sentido contrario al que nosotros esperábamos. Pero esto ocurrió con otros instrumentos derivados mal gestionados como fue el caso de la venta de opciones sobre el Nikkei y que llevó al banco Barings a la quiebra cuando se produjo el terremoto de Kobe.
Pero si tuviese que explicar de forma sencilla en qué consiste ¿cómo lo haría?
Es como adquirir un seguro. Cuando una persona compra un seguro para el coche paga a la compañía ante la posibilidad de tener algún incidente. Si no pasa nada, pierde ese dinero, pero si tiene algún problema con su vehículo la aseguradora le cubre. Así funcionan los seguros de crédito.
¿Algunos expertos han definido a los CDS como un arma de destrucción masiva, ¿cree que es una descripción acertada de la realidad?
No, en absoluto. Los derivados de crédito y el CDS como máximo exponente de los mismos, han resultado ser un instrumento muy útil, que ha permitido mitigar las pérdidas de las carteras de crédito de multitud de entidades. Un ejemplo claro fue la suspensión de pagos de Lehman Brothers. Los inversores que compraron protección sobre este nombre, pudieron recuperar el principal de sus inversiones en bonos de este emisor. Por tanto, como instrumento de cobertura, cumplió a la perfección sus funciones.
¿Cree que es razonable que se hayan emitido más CDS que subyacentes había en el mercado?
Ciertamente sí. El CDS sirve principalmente como instrumento de cobertura de deuda senior -deuda de mayor calidad para el inversor-, pero también puede servir para cubrir parcialmente el riesgo de impago de aquellos inversores de acciones y compensar en parte las pérdidas en caso de producirse este evento. El mismo ejemplo se puede trasladar a instrumentos derivados sobre tipos de interés o sobre acciones en los cuales los volúmenes negociados llegan a ser superiores al subyacente respectivo. Adicionalmente, los CDS sirven como instrumento de posicionamiento en el mercado de crédito para que aquellos inversores no puedan asumir el riesgo que quieren en determinados nombres.
¿Considera apropiado las medidas que se han tomado para regular este activo o cree que se deberían dar más pasos?
Sí, y todas las que quedan por venir hasta llegar a una Cámara de Compensación que actúe de contraparte a todo el mercado y donde la transparencia y el control de los riesgos asumidos por los participantes sea máximo.
¿Qué ventajas tiene la utilización de los CDS para un inversor?
Si estos instrumentos se utilizan correctamente, pueden ayudar a gestionar eficientemente carteras de crédito y acciones, y a proteger al inversor de potenciales pérdidas en caso de producirse un deterioro en el crédito de los emisores en los que tenemos exposición.
En este momento, ¿utilizaría los CDS para las carteras?
Sí. Sin confiar todavía en la bolsa plenamente, viendo como están los tipos de interés en Europa y en Estados Unidos en mínimos históricos es necesario estar en bonos corporativos que ofrecen una rentabilidad entre el 5 y el 6 por ciento. Pero también es necesario cubrir la cartera con CDS, que es un producto más líquido que un bono y que permite un mayor apalancamiento para el inversor.