Bolsa, mercados y cotizaciones

Si cree que va a bajar, cubra su cartera... y si no, apalánquela

Después de que las bolsas hayan subido más de un 50% desde los mínimos y se encuentren en máximos anuales, más de un inversor puede tener mal de altura. Y sufrir este síntoma a tan sólo unos días de irse de vacaciones no es nada bueno.

Pero, tranquilo, porque en los mercados existen las suficientes herramientas para poderse ir sin problemas. Son los derivados. Aunque sólo un 1% de los particulares utiliza estos productos, según un informe que publicó ayer la CNMV, no son tan complicados como aparentan. Con estos contratos, puede poner a salvo sus cotizaciones pagando una pequeña cuantía o dejando unas determinadas garantías a su entidad.

Los más conocidos por los inversores son los futuros. Cuando el inversor adquiere o vende un futuro, lo que está haciendo es comprar o vender una acción en el futuro. Siempre que se realiza este tipo de contrato sobre una acción le vencerá el tercer viernes de cada trimestre. Así, el próximo vencimiento será el 18 de septiembre. Lo que hace el inversor es que aplaza en el tiempo la compra o la venta de acciones al precio determinado. También se puede liquidar el contrato por diferencias, es decir, entre el precio que se estableció y el cierre.

Un futuro cubre 100 acciones -como norma general-, de ahí el apalancamiento que tiene este producto. Comprando un futuro, el inversor al vencimiento tendría 100 acciones. Siempre que lo compre debe dejar un dinero en garantía, que está ligado a lo volátil que sea esa empresa en bolsa. Este producto le interesa porque le protege de las posibles caídas de sus títulos.

Para realizar la cobertura debe hacer lo contrario a la posición que tenga abierta en bolsa. Si tiene compradas acciones, tiene que vender los futuros para poder cubrirse. De esta forma, tendría un activo que compensa los posibles descensos que tenga en el contado. Lo que ganaría es no tener pérdidas ilimitadas. Recuerde que lo que pierda por el lado de las acciones, lo gana con los futuros, y al contrario.

Otra de las posibilidades que da el mercado son las opciones. Prácticamente es como contratar un seguro de coche. Usted paga a la empresa todos los años para que le cubra ante cualquier incidencia. Si ocurre algo, la aseguradora le respalda. Si no pasa nada, pierde el dinero que pagó por el seguro.

Se trata de una operación en la que si no ocurre lo que usted prevé, pierde la prima, pero si pasa, usted gana. Aquí el comprador de la opción tiene la posibilidad, pero no la obligación -como en los futuros-, de adquirir o vender los títulos a un precio fijado con anterioridad, pagando una pequeña cuantía, llamada prima. Al igual que en los futuros, las opciones vencen el tercer viernes de cada trimestre. Como usted gana si la acción sube y pierde cuando cae, para poder neutralizar este riesgo y ganar también cuando el título cae, lo que debe comprar es una opción put.

Al adquirir este contrato, lo que quiere o en lo que confía es que caiga la acción -recuerde que para cubrir su cartera, siempre tiene que realizar la opción contraria-. Por ello, paga una prima. Si la acción cae, usted gana con la opción la diferencia entre lo que pagó y la caída. Si al final sube, tan sólo pierde la prima, pero recuerde que ganaría con sus acciones en contado. La operativa es más económica que con los futuros, porque el desembolso que se maneja es menor. Una opción le cubre 100 acciones, pero usted paga una pequeña prima.

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