El de los bancos centrales es un mundo repleto de sutilezas. No hace falta que muevan los tipos de interés para influir en los mercados financieros. Basta con la palabra justa, con la expresión acertada, para mover las cotizaciones de activos tan variados como la bolsa, los bonos o las materias primas, así como para moldear las expectativas de los principales protagonistas de la economía.
Ésta será la táctica que desplegará hoy la Reserva Federal (Fed) en el comunicado oficial con el que pondrá fin a la reunión que ha mantenido durante dos días y que se difundirá a las ocho y cuarto de la tarde -hora española-.
El banco central estadounidense intentará con dichos que nada arruine los históricos hechos que ha emprendido en los últimos meses, consistentes en situar los tipos de interés entre el 0 y el 0,25%, destinar 1,4 billones de dólares a la compra de deuda hipotecaria y otros 300.000 millones de dólares para la adquisición de deuda pública norteamericana a largo plazo.
En este sentido, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, se enfrenta a una delicada disyuntiva. Si se muestra demasiado optimista sobre la situación de la economía estadounidense, alimentará las expectativas sobre futuras subidas del precio del dinero e impulsará el rendimiento de los bonos a largo plazo, con lo que limitaría los efectos de su política de compra de deuda en el mercado.
Pero si transmite tibieza o pesimismo sobre la marcha de la economía, el desánimo podría volver a apoderarse de los inversores, los empresarios y los ciudadanos. "Probablemente mantendrá una posición ambigua", señala José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi en España, en referencia a que los tipos seguirán bajos mientras haga falta, pero que las medidas monetarias menos ortodoxas podrían retirarse si fuera preciso.
Ante la posibilidad de que Bernanke intente rebajar los ánimos en torno a la posibilidad de que suba los tipos incluso en 2009, el dólar descendió ayer con fuerza. Se depreció un 1,7 por ciento contra el euro, hasta los 1,41 dólares.