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La historia se repite... o tal vez no: la IA y la economía global en 2025

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Hace 25 años, presencié de primera mano la burbuja de las puntocom. El entusiasmo era desbordante: cualquier empresa con un dominio ".com" se convertía en una promesa de futuro. Luego, llegó la corrección brutal. Muchas compañías pioneras desaparecieron, aunque algunas sobrevivieron y se convirtieron en los gigantes tecnológicos que dominan hoy los mercados. Ahora, el fervor por la inteligencia artificial recuerda inevitablemente aquel periodo. Pero, ¿estamos realmente ante una nueva burbuja o ante una revolución tecnológica sin precedentes? Lo cierto es que el mercado está apostando fuerte por ello.

En todo caso, el debate sobre el impacto de la IA no puede separarse del contexto económico global. La zona euro está dejando atrás un periodo de debilidad. En 2024, el crecimiento fue cercano al 1%, y en AXA IM proyectamos que en 2025 se situará en un 1% aproximadamente. Eso sí, si bien es un avance, la comparación con EE. UU. resulta inevitable: la economía estadounidense podría crecer al 2,3% o incluso más, impulsada por una política monetaria y fiscal agresiva.

Al mismo tiempo, una cosa es la foto general de la economía europea y otra muy distinta, lo que ocurre cuando bajamos a examinar los detalles. Así, países como España muestran una expansión sólida, mientras que Alemania cojea y Francia enfrenta tensiones políticas y económicas. Ante esto, el Banco Central Europeo (BCE) apunta a recortes de tipos de interés en 2025. El consenso del mercado espera una reducción de 100 puntos básicos, pero en AXA IM prevemos 150 puntos. La pregunta clave es: ¿será suficiente la política monetaria para corregir las deficiencias estructurales? Difícilmente. Las reformas estructurales son la verdadera clave. Pero en lugar de ver la heterogeneidad de las economías europeas como un obstáculo, podemos considerar esta diversidad como una oportunidad. Con diferenciales de tipos de interés más uniformes, Europa tiene una oportunidad única para avanzar en la unión bancaria y de mercados de capitales.

Al otro lado del Atlántico, la situación es diferente. La política arancelaria de EE. UU. genera incertidumbre. Aunque el impacto inflacionario directo de los aranceles es limitado, su combinación con la reubicación de la producción y el aumento de los costos laborales internos podría mantener la inflación elevada. En AXA IM proyectamos una inflación del 3,2% en EE. UU. para 2026, por encima del cierre de 2024. Esto plantea dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento y la política fiscal. Donald Trump ha prometido una reducción masiva de impuestos, lo que podría agravar el déficit. La pregunta fundamental es si la economía crecerá lo suficiente como para compensar la caída en la recaudación fiscal.

En todo caso, la divergencia entre la Vieja Europa y América se manifiesta también en los mercados. En EE. UU., la representatividad de la tecnología en los principales índices ronda el 30%, mientras que en la zona euro apenas llega al 8%. Y el hecho es que Wall Street sigue dominando el panorama financiero global. Su fortaleza radica en que todo el mundo opera en dólares y los principales mercados de materias primas están denominados en esta divisa. Pero, ¿podría esta preeminencia verse amenazada a largo plazo? En AXA IM gestionamos inversiones con un horizonte de varias décadas, y una de las preguntas que siempre planteamos es: ¿seguirá el dólar siendo la moneda de referencia mundial en 20 o 30 años? China, por ejemplo, ha reducido gradualmente su exposición a los bonos del Tesoro de EE. UU., mientras que otros bancos centrales han optado por diversificar en oro. Aunque una transición abrupta sería devastadora para los mercados, la tendencia a largo plazo es innegable.

La historia de los mercados nos enseña que las disrupciones tecnológicas no siempre terminan en burbujas. La burbuja de las puntocom provocó una breve recesión en EE.UU., pero no fue una recesión de consumo, sino de inversión. Lo que ocurra con la IA dependerá de su aplicación real y de cómo se valore en los mercados. Y hay una ventaja clara respecto a la fiebre que comenzó a mediados de los años noventa: hoy sabemos exactamente cuáles son los modelos de negocio detrás de empresas como Nvidia, qué mercados atienden y cómo pueden ser valoradas. Aun así, la lección es clara: la competencia siempre desafía a los monopolios. Y en un mundo en constante cambio, ninguna empresa, por dominante que parezca hoy, está a salvo de la disrupción del mañana.

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