El BCE no defraudó. Redujo los tipos al 1% y adoptó medidas heterodoxas para respaldar a la banca. ¿Qué hizo el euro? Apreciarse contra todo pronóstico.
El 18 de marzo, la Reserva Federal pulsó el botón. El banco central de Estados Unidos anunció un programa de compra de deuda pública por valor de 300.000 millones de dólares, al tiempo que incrementó en 750.000 millones de dólares la cantidad prevista inicialmente para la adquisición de títulos hipotecarios. Así, de un plumazo, metió más de un billón de dólares en la economía norteamericana. No, no es cuestión de magia. Crear dinero es, al fin y al cabo, el gran poder que tienen en su mano estas instituciones.
Semejante noticia provocó que el dólar cayera ese día con fuerza contra el euro. En concreto, se depreció un 3,5 por ciento, hasta los 1,347 dólares. Lógico, a más billetes verdes en el mercado, menos valor para cada uno de ellos.
Mes y medio después, el Banco Central Europeo (BCE) se sumó al bando de los bancos centrales que también ha puesto en marcha la maquinita del dinero. El jueves anticipó su voluntad de adquirir deuda hipotecaria a los bancos por valor de 60.000 millones de euros, además de que recortó los tipos de interés del 1,25 al 1 por ciento, el nivel más bajo de la historia. ¿Cómo reaccionó el euro? Con subidas? que le impulsaron desde los 1,333 hasta los 1,34 dólares, un cambio desde el que saltó ayer hasta los 1,35.
Cuestión de tiempo
¿Por qué dos actuaciones aparentemente similares desencadenaron una reacción tan opuesta? Primero, por la distinta magnitud de ambas. Las cifras manejadas por la Fed superaban en cuantía a las del BCE. Y segundo, porque el presidente de la institución europea, Jean-Claude Trichet, sugirió que, salvo que la crisis lance una nueva dentellada, los intereses no bajarán más. "Están en el nivel apropiado", insistió una y otra vez. Consecuentemente, el mercado interpretó que el BCE ya ha puesto toda la carne de los tipos en el asador. Y como el precio del dinero sigue en la eurozona por encima de EEUU, donde está entre el 0 y el 0,25%, y los activos europeos más seguros ofrecen consiguientemente una rentabilidad mayor, el euro fue premiado con ascensos.
Después de que las divisas se hayan levantado y sentado en los últimos meses al son de las históricas decisiones monetarias adoptadas, y una vez que los bancos centrales han mostrado prácticamente todas sus cartas, en adelante la atención se centrará en tres aspectos. Por un lado, la posibilidad de que la Fed o el BCE sorprendan. Sobre todo, si el segundo acaba recortando los tipos por debajo del 1%, en cuyo caso el euro se debilitaría. En segundo lugar, la evolución de las economías, un apartado en el que EEUU lleva la delantera, algo que podría dar fuerza al dólar. Y la tercera, la continuidad o no de la relación establecida en los últimos tiempos en el mercado, según la cual cuando las aguas se revuelven, el dólar sube, y cuando se calman y retorna el apetito por el riesgo, el euro se recupera.
Por el momento, las previsiones de los analistas no contemplan grandes variaciones con respecto a los niveles actuales. Así, la media de los 54 expertos consultados por la agencia financiera Bloomberg sitúa el cambio a final de año en los 1,35 dólares, prácticamente en línea con las cotas actuales. Eso sí, la disparidad es alta, ya que los pronósticos oscilan entre la paridad -1 euro igual a 1 dólar- y los 1,55 dólares.