
Era una condición imprescindible. "En una crisis de las características de la actual, el mercado de crédito constituye el mejor termómetro de la situación. Y éste no está acompañando la recuperación reciente de las bolsas", recordaban los analistas de Banif a mediados de marzo para resaltar que, si quería ser consistente, la recuperación que entonces se advertía en los parqués debía verse refrendada por una moderación de las tensiones en los mercados de financiación.
Desde entonces, los principales índices bursátiles internacionales no han dejado de subir... al mismo tiempo que la fiebre descendía en los indicadores de crédito más representativos.
Ayer, unas de las referencias más seguidas para tomar la temperatura a la crisis se situó en los niveles previos a la quiebra del banco Lehman Brothers, el acontecimiento que puso al sistema financiero mundial contra las cuerdas. Se trata de la diferencia entre el euribor a un trimestre, que determina los intereses que exigen los bancos por prestar dinero a otras entidades durante dicho periodo, y los tipos a tres meses de la eurozona -técnicamente, swap eonia a ese tiempo-, un dato vinculado a los tipos oficiales establecidos por el Banco Central Europeo (BCE) y obtenido a partir de la extrapolación de los intereses a un día -eonia-.
Presionado, pero menos
Cuando Lehman cayó el 15 de septiembre, la brecha entre ambos se amplió hasta los 72 puntos básicos -100 equivalen a un punto porcentual-, resultante de restar el 4,96% del euribor y el 4,24% de los tipos a tres meses. Un día después, se moderó hasta los 68,5 puntos básicos, cota desde la que emprendió una escalada que le condujo en octubre hasta los 206,6 puntos, la cifra más alta de la historia. Ayer, ese diferencial quedó reducido a 67,7 puntos. O lo que es lo mismo, este termómetro se enfrió hasta los niveles previos a esos históricos días tras haber caído un 67% desde octubre.
Este descenso refleja un alivio de las tensiones crediticias, aunque no su desaparición. Y es que la distancia continúa siendo considerable. Así, entre 1999 y el 8 de agosto de 2007, la víspera de la primera intervención oficial del Banco Central Europeo (BCE) en la crisis, la diferencia media se limitó a 7 puntos básicos. Cuando, el 9 de agosto, la entidad europea inyectó 95.000 millones de euros para evitar problemas de liquidez en los bancos, la separación aumentó a los 17 puntos, una cota que aún está lejos de recuperar.
"La principal señal del mayor optimismo que se viene respirando procede de la mejoría de los mercados de crédito, tanto en lo que respecta a las emisiones de deuda como en los diferenciales de financiación. Las tensiones se han moderado, pero el mercado no se ha normalizado por completo", sentencia José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
Normalización indispensable
Para que los síntomas de reactivación se confirmen es preciso que todos los termómetros crediticios reflejen menores temperaturas. "Las señales de que las condiciones de crédito se están relajando y de que la actividad prestamista está aumentando debería conducir a una recuperación económica en tres o seis meses", anticipa Keith Wade, economista jefe de Schroders.
Este horizonte no se atisbará mientras los intereses que pagan los bancos por financiarse no se acerquen más a los que fija el BCE, que son la referencia para el eonia y para los tipos de la eurozona a tres meses. Mientras la brecha continúe siendo históricamente alta, reflejará la persistencia de la desconfianza en el sector bancario, así como que a las entidades les sigue costando caro financiarse, algo que trasladarán a los precios de sus préstamos a los hogares y las empresas.