Bolsa, mercados y cotizaciones

"La autorregulación no ha funcionado con las agencias de calificación"

Javier Zapata y Ramiro Martínez-Pardo del Valle.

En un contexto tan delicado como el actual, Francisco Javier Zapata y Ramiro Martínez-Pardo del Valle asumieron el reto de dirigir el estudio de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Observatorio sobre la reforma de los mercados financieros europeos 2008. Su perspectiva es, por tanto, valiosa. Y sobre todo, reposada, algo difícil de encontrar en medio de la volatilidad imperante.

Uno de los debates más extendidos en los últimos tiempos alude a la regulación. ¿Hacen falta más normas en el sistema financiero?

Javier Zapata (J. Z.): No. Necesitamos una mejor regulación, pero no más regulación en la Unión Europea (UE). La situación actual justifica la mejora de la regulación y sobre todo de la supervisión, porque ha existido una debilidad en los controles.

Pero hay que atajar ciertos problemas concretos, no otras materias que han funcionado. Es necesario ocuparse de los conflictos de interés de las agencias de calificación, controlar la operativa de los hedge funds, reforzar el papel de los comités encargados de la supervisión, y concretar las infracciones y las posibles sanciones consecuentes...

Al mismo tiempo, debe tratarse de una regulación uniforme en el seno de la UE y que no colisione con la existente en Estados Unidos. Todo ello, además, tiene que responder a un principio fundamental, el de la seguridad jurídica, y a otro de índole pragmático, ya que la regulación debe ser clara y no puede estar sometida a cambios continuos.

Ramiro Martínez-Pardo del Valle (R. M.): Soy pesimista, ya que existe un peligro de sobrerregulación. Se dice que hay que regular más, pero discrepo, puesto que gran parte de los problemas han venido del incumplimiento de algunas reglas ya existentes.

¿Es necesario un supervisor bancario único en la eurozona?

R J. Z.: No hay una solución mágica, pero sí resulta cierto que, por ejemplo, las operaciones transfronterizas no están suficientemente supervisadas y que en ellas existe una multiplicidad de supervisores y reguladores, con normas, criterios y prácticas de trabajo diferentes. En este sentido, hace falta un esfuerzo por armonizar las decisiones y la operativa. Hasta ahora los comités europeos emitían guías y recomendaciones, pero en el futuro deberán tener más capacidad de resolución.

R. M.: Resulta muy difícil aunar criterios, por lo que es complicado tender hacia supervisores y reguladores únicos. Además, si los problemas son globales, ¿por qué debería ser europeo y no global?

¿Qué diferencia al caso español?

R R. M.: La sabiduría del Banco de España, acumulada a través de años de experiencia. Ésta le ha enseñado a ser muy prudente, y aunque en su momento fue criticado por ello, ahora se han visto los resultados de esa política.

Casos como el de Bernard Madoff han acentuado los recelos de los clientes, sobre todo los de banca privada. ¿Cómo puede recuperarse la confianza?

R J. Z.: La calidad del servicio debe mejorar. El negocio depende de la confianza y ésta depende de que las redes sean claras y fiables. En este sentido, la Mifid es especialmente importante porque proporciona mucha más información de los clientes. Y también se da otra circunstancia.

Hoy, el cliente tiene más posibilidades de informarse mejor sobre los asuntos financieros y conocer los productos que contrata, pero al mismo tiempo existe un exceso de información. Y el cliente no necesita posiblemente mucha información, sino la que sea necesaria para que tome su decisión.

R. M.: Este tipo de problemas se va repitiendo. La popularización de la inversión, que se produce cuando los mercados no dejan de subir y parece que toda inversión es buena en un contexto de financiación barata, genera una cultura de poca precaución por el riesgo. Estas situaciones se han producido muchas veces.

También es necesario apelar a la necesidad de fomentar una mayor cultura financiera, que no sólo persiga enseñar a los clientes cómo ganar dinero, sino también cómo mantenerlo. Hace falta una cultura financiera mínima para que la interlocución no sea desequilibrada entre el intermediario y el cliente.

¿Cómo se puede mejorar la labor de las agencias de rating?

R R. M.: En torno a las agencias existen varios problemas. El primero, que hay muy pocas. Y un mercado oligopolístico es, por definición, un mercado viciado. El segundo consiste en la falta de transparencia. No se conoce bien cuál es su metodología, y esto debería ser más público. El tercero tiene que ver con su falta de independencia. Tienen muchos conflictos de interés.

Las agencias califican, pero también participan en la propia originación de productos. Es un sector que debería estar regulado en materias tales como la competencia de sus equipos, independencia de su actuación, transparencia de sus métodos y exigencia de responsabilidad cuando proceda. La autorregulación no ha funcionado en las agencias de calificación.

J. Z.: Deben cumplir con una regulación segura que no existe hasta ahora. La autorregulación casi nunca es posible cuando puede determinar un ámbito totalmente autónomo de actuación. No es inexistencia de regulación. Debe haber un marco jurídico adecuado y que puedan ser controladas y sancionadas.

¿Por qué es tan efímera la memoria financiera?

R J. Z.: Es verdad que la memoria es un mal amigo en este contexto, pero hay que valorar que de cada situación se aprende. Y ahora hemos aprendido que hay que reforzar la supervisión y la regulación.

R. M.: Es inevitable que haya crisis mientras las personas seamos como somos. En los mercados todo tiene una doble cara. Los derivados, por ejemplo, ayudan a trasladar y cubrir riesgos, pero al mismo tiempo conducen a asumir más riesgos. Esto hace que resulten más peligrosos que otros productos, si no se manejan convenientemente.

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