
Los bajistas siguen en el punto de mira. El mercado los acusa de provocar las últimas debacles bursátiles y la inmensa mayoría de las cotizadas apuestan por la publicación de sus posiciones. Pero sólo un 35 por ciento quiere desterrar a los 'cortos'. Desde el verano pasado, los zarpazos de los bajistas se han dejado sentir con fuerza en los mercados y el recuento de bajas es especialmente doloroso en el sector financiero.
Durante una década y media, nadie en el Pirineo navarro prestó atención al oso pardo. Se sabía que estaba allí. De vez en cuando aparecían sus huellas, o sus zarpazos marcados en algún roble. Pero nada más. La población del valle del Roncal, incluso, daba por hecho que el oso ya no habitaba sus tierras. Hasta abril de 1998. Desde ese mes y hasta final de año, casi dos centenares de ovejas murieron víctimas de ataques que, en un principio, se atribuyeron a los lobos. Pero la guardia civil acabó confirmando que el autor de la masacre era Camille, un plantígrado que unos meses antes se había asentado en la zona.
Los inversores bursátiles conocen bien esa sensación... porque es la misma que llevan meses viviendo. Desde el verano pasado, los zarpazos de los bajistas se han dejado sentir con fuerza en los mercados. El recuento de bajas es especialmente doloroso en el sector financiero. A los osos del mercado se les acusa de precipitar el fin de Lehman, la venta forzada de Merrill Lynch y la conversión de Goldman Sachs y Morgan Stanley en bancos tradicionales. Y en España, esos mismos osos tienen acorralados a algunos de los miembros más relevantes del rebaño cotizado -véase página siguiente-.
Los paralelismos no acaban ahí. En 1998, las paredes de varios pueblos del Roncal amanecieron con pintadas contra Camille. Tampoco faltaron pancartas. Once años más tarde, las quejas contra los bajistas son constantes. "Llevado al extremo, si cuanto más baja un valor más se enriquecen estos inversores, serían culpables de la desaparición de compañías y a la postre de miles de puestos de trabajo", aseguran fuentes oficiales de Sacyr.
A finales de los 90 hubo quien, en Navarra, llegó a asegurar que Camille no era en realidad autóctono de la zona, sino que había sido introducido desde otra región. Ahora, un directivo de una entidad financiera explica que "una gran parte del volumen negociado en bolsa, hasta un 70 por ciento de algunos valores en un día, corresponde a posiciones bajistas manejadas por inversores institucionales foráneos". Es más, añade airado que a esos mismos inversores -Goldman, UBS, Deutsche, Credit Suisse, Merrill e ING son los que menciona- "se les ha inyectado capital desde sus respectivos gobiernos para salvarlos de la quiebra".
Y si hace una década los ganaderos navarros plantearon a las autoridades la posibilidad de capturar a Camille e implantarle un chip para tenerlo siempre localizado, los reguladores de los mercados también han utilizado ahora su particular versión del mismo ingenio electrónico. En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) obliga, desde el pasado 22 de septiembre, a comunicar las posiciones cortas superiores al 0,25 por ciento de un valor. Esta obligación incluye las acciones tomadas en préstamo y vendidas, y posiciones con derivados cortos... pero sólo sobre los valores financieros.
Sí a una mayor transparencia...
Una medida que la mayoría de las empresas cotizadas aplauden... pero que consideran insuficiente para cerrar el debate. De acuerdo con los resultados de la encuesta que elEconomista ha llevado a cabo entre las 35 empresas que forman el principal índice de la bolsa española, el Ibex, cerca de un 90 por ciento de ellas considera que es necesario extender esa obligación de una mayor transparencia a todas las empresas cotizadas. "Es un ejercicio sano de transparencia del mercado que se conozca quién está detrás de posiciones puramente especulativa", aseguran fuentes oficiales de Banco Sabadell. Y desde Iberia coinciden en que "siempre es positivo darle más transparencia a las posiciones de los distintos operadores".
Hay quien pone algún matiz. Telefónica señala que una mayor transparencia sería positiva "siempre que haya simetría en todos los mercados". Es decir: que se conozcan igual las posiciones bajistas y las alcistas. En caso contrario, apuntan también otras compañías, se podría incentivar la toma de posiciones cortas en las compañías de aquellos mercados en los que sí se publiquen las posiciones bajistas. Desde Enagás destacan el inconveniente que puede suponer "la utilización de estos informes con fines especulativos, lo que incrementaría la volatilidad".
La propia BME, parte más interesada que ninguna otra -gestiona y opera los mercados de inversión en España- asegura que "cualquier medida que se tome para favorecer la transparencia de las posiciones bajistas debe estar armonizada en Europa para evitar que se altere la competencia". Esta es la misma petición que varias compañías españolas han hecho ya a la CNMV, que ya trabaja con el resto de reguladores europeos para tomar medidas conjuntas en este sentido -ver información adjunta-.
Y, por supuesto, están los que van mucho más allá. Los que quieren echar a los Camille de los mercados. En definitiva: prohibir la operativa en corto, las posiciones bajistas aprovechando los préstamos de valores. "Al menos temporalmente -dicen desde Sabadell -, como ha sucedido en Italia y EEUU". Fuentes de Abertis coinciden: "En las actuales condiciones de mercado, sí". Y desde Sacyr explican que "el espíritu de la bolsa no es especular jugando en contra de los valores" y que este tipo de inversores "hacen grandes males a empresas y bancos muy solventes que están en la mente de todos".
También a los pequeños inversores. Un ejecutivo de un banco cotizado apunta que "los hedge funds cogen los títulos prestados de cualquier sitio y, en algunos casos, hasta el propio titular no es conocedor de que las acciones que posee están siendo prestadas", lo que iría contra su propio patrimonio. "¿A quién en su sano juicio se le ocurriría dejar prestados los títulos si sabe que, a cambio de una comisión, le bajarán el valor de sus acciones un 40 ó un 50 por ciento?".
Consulte la información completa en la edición de fin de semana de diario elEconomista.