
En 1978, la Reserva Federal (Fed) se hizo un lifting. En plena crisis, los demócratas Hubert Humphrey y Augustus Hawkins promovieron la Ley de Pleno Empleo y Crecimiento Equilibrado, que en adelante obligaría al banco central estadounidense a perseguir una doble meta: la estabilidad de los precios y un crecimiento sostenido con el máximo empleo posible.
Conocida por el apellido de sus padres (Humphrey-Hawkins), incluyó otra novedad, consistente en que el presidente de la Fed testificara dos veces al año ante el Senado y el Congreso para exponer su visión sobre la economía y la política monetaria norteamericana.
Ben Bernanke se enfrenta hoy a la primera de estas citas de 2009 en un entorno históricamente complejo. Es más, ninguno de sus predecesores ha afrontado una comparecencia Humphrey-Hawkins tan difícil. Esta vez, y dadas las condiciones vigentes, las sorpresas pueden venir de la mano de las pistas que aporte sobre el futuro de la política monetaria.
Como los tipos de interés están ya entre el 0 y el 0,25%, con lo que este camino ya está explotado al máximo, Bernanke podría anunciar nuevas y heterodoxas medidas. Entre las alternativas existentes, sobresalen dos. Por un lado, que confirme de una vez por todas que la entidad va a comprar deuda pública a largo plazo en el mercado. Con ello, pretendería mantener bajos los intereses de esos títulos, que son los que se toman como referencia para las hipotecas norteamericanas, e inyectar dinero en la economía. Por otro, que fije un objetivo explícito de inflación, una innovación con la que buscaría luchar contra la deflación ?caída de los precios? y comunicar al mercado que centrará sus esfuerzos en situar los precios en dicho nivel.
Como anticipo del testimonio de Bernanke, la Fed y otros organismos financieros estadounidenses emitieron un comunicado conjunto en el que insistieron en la idea de que "un fuerte y resistente sistema financiero es necesario para facilitar una amplia y sostenida recuperación económica", al tiempo que anunciaron que las autoridades preservarán "la viabilidad de las entidades importantes que pueden transmitir riesgos sistémicos".
En este sentido, el ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, calificó ayer como "barómetro del miedo" los altos diferenciales existentes entre los intereses bancarios y los oficiales. En concreto, aludió a la brecha existente entre el libor a 3 meses y la extrapolación de los tipos oficiales al mismo periodo, que alcanza el punto porcentual. Desde su punto de vista, sólo volverá la normalidad cuando esa diferencia baje a un cuarto de punto.
Trichet reclama más poder
A este lado del Atlántico, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, afirmó ayer que la entidad está preparada para reforzar su papel como supervisor financiero. También reconoció que "en las últimas semanas hemos visto los primeros síntomas de caída de los flujos crediticios" en la Eurozona.