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Independentistas catalanes toman las calles en una Diada preelectoral

Por Julien Toyer

BARCELONA (Reuters) - Cientos de miles de personas llenaban el viernes las calles de Barcelona para pedir la ruptura de Cataluña con España, dos semanas antes de unas elecciones regionales consideradas decisivas para el movimiento independentista.

Cerca de 500.000 personas se han registrado para formar un "mosaico humano" blanco simbolizando una página virgen para escribir la historia del nuevo país que esperan construir tras las elecciones del 27 de septiembre, presentadas por el Gobierno regional como un plebiscito por la secesión.

La manifestación tiene lugar en el día nacional de Cataluña, la Diada, que este año coincide con el comienzo de la campaña electoral para esta región que supone casi una quinta parte del PIB y de la población española.

Cerca de Meridiana, la larga avenida a lo largo de la cual tiene lugar la manifestación, la diseñadora de interiores de 48 años Silvia Palomares es consciente de que las celebraciones de este año cobran mayor importancia,

"Este es el año definitivo. Si no logramos que la gente vaya a votar el 27 lo vamos a sufrir", explica. "El objetivo es llegar a la independencia porque estamos agotados económica y emocionalmente".

Un sondeo oficial del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) presentado el jueves sugirió que la lucha por la independencia catalana va a ser intensa. Los partidos independentistas se encaminaban a conseguir una de las mayorías más ajustadas en el parlamento regional.

UNA SEPARACIÓN IMPROBABLE

Aunque cualquier resultado a favor o en contra, impactará en la agenda política antes de las elecciones nacionales previstas en diciembre, es altamente improbable que una victoria separatista desencadene un proceso de secesión inminente.

Los partidos independentistas han dijo que iniciarían una "hoja de ruta" para proclamar la independencia en un plazo de 18 meses si ganan las elecciones por mayoría.

Pero el movimiento ha ido perdiendo fuerza desde que el referéndum simbólico del año pasado solo consiguiese atraer a dos quintas partes de los 5,5 millones de votantes de la región, con un 80 por ciento de los que se manifestaron a favor del proceso.

Si los partidos en favor de la independencia no consiguen la mayoría absoluta en votos y escaños el día 27 de septiembre, el proceso podría recibir un golpe mortal.

"Después de muchos siglos, tenemos la oportunidad de votar sobre nuestro futuro democrático, así que tenemos que aprovechar la ocasión. Solo un "sí" claro puede cambiar las cosas", dijo Artur Mas, presidente de la comunidad autónoma.

"Si no conseguimos este "sí", no será posible continuar con este proceso político con la misma energía e intensidad", reconoció.

El presidente del Gobierno de centro derecha, Mariano Rajoy, se opone frontalmente tanto a los intentos de convertir las elecciones catalanas en un plebiscito sobre la independencia como a la idea de la secesión en sí misma.

Su gobierno, que el año pasado recurrió ante el Tribunal Constitucional el referéndum sobre la secesión, presentó la semana pasada una propuesta para dar al alto tribunal la autoridad suficiente para detener cualquier declaración unilateral de independencia.

En todo caso, con las encuestas pronosticando que la elección regional dejará el parlamento catalán muy fragmentado, el proceso podría simplemente alargar el punto muerto en las relaciones entre las autoridades nacionales y locales.

Varios partidos nacionales han dicho que están dispuestos a discutir un encaje de parte de las pretensiones catalanas en una hipotética reforma constitucional que podría encararse tras las elecciones generales, pero cualquier cambio en la Carta Magna exige un alto consenso, difícil de vislumbrar ante la también previsible fragmentación del parlamento nacional.

La posibilidad de un nuevo estancamiento en los problemas entre el gobierno central y el catalán son una importante preocupación para la comunidad empresarial e inversora en la región y a nivel nacional y crecen las voces entre los empresarios pidiendo una solución negociada.

Los separatistas catalanes argumentan que estarían en una mejor posición para impulsar su economía si tuvieran su propio estado y dejasen de hacer las transferencias fiscales con las que financian a otras regiones más pobres del país, algo a lo que Rajoy se opone frontalmente.

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