M. Continuo

La Eurocámara saca pecho pese al aumento de los escépticos

Por Paul Taylor

PARIS Reuters) - En cada elección desde que comenzara el experimento único de la democracia transfronteriza en Europa en 1979, el porcentaje de votantes que han participado en los comicios directos al Parlamento Europeo ha ido en declive. Y eso que con cada nuevo tratado, la Eurocámara ha ido ganando poder.

Cuando los ciudadanos de los 28 países de la Unión Europea voten entre el 22 y el 25 de mayo para elegir a los 751 miembros de la nueva cámara legislativa, los sondeos de opinión sugieren que optarán por primera vez por un grupo considerable de políticos deseosos de revertir los 60 años de integración europea.

Habrá que ver si el influjo de quizás 150 o 200 euroescépticos de extrema izquierda y ultra derecha frenan la marcha de una Eurocámara poco conocida y a menudo poco querida.

Aunque muchos coinciden en que la UE sufre un "déficit democrático", no hay consenso en si la solución es reforzar el Parlamento o dar a los gobiernos nacionales más control.

Los próximos europarlamentarios se embarcarán desde el primer día en una nueva lucha de poder con los gobiernos de la Unión.

La primera prueba es seleccionar al presidente de la Comisión Europea, que será elegido por primera vez bajo lo establecido por el Tratado de Lisboa de 2009.

El tratado dice que el Consejo Europeo de dirigentes de la UE nombra al candidato "teniendo en cuenta las elecciones del Parlamento Europeo y tras haber llevado a cabo las consultas apropiadas".

Los principales grupos del Parlamento creen que eso significa que los dirigentes europeos deberían designar al principal candidato del grupo que consiga más escaños - Jean-Claude Juncker si logra más votos el centroderecha o Martin Schulz si son los socialistas.

No está claro si los líderes interpretarán el tratado de la misma forma e irán con los deseos del Parlamento o escogerán su propio candidato preferido.

Eso podría dar lugar a un tira y afloja mayor entre la Eurocámara y los distintos gobiernos y parlamentos sobre la dirección de Europa.

"El Parlamento es la fuerza motora de la integración europea", dice Catherine Trautmann, europarlamentaria socialista y exalcaldesa de Estrasburgo.

"La Comisión tiene todo que ganar al extraer su legitimidad democrática del Parlamento", dijo.

Más allá de la lucha por el presidente de la Comisión, Trautmann espera más batallas en los próximos cinco años, a medida que el Parlamento exija un presupuesto común más amplio de la UE y voz en la supervisión de los presupuestos nacionales y el fondo de rescate de la eurozona, creado en una base estrictamente intergubernamental.

SIN SOBERANÍA EUROPEA

Sobre el papel, el Parlamento europeo legisla en igualdad de condiciones con el Consejo de Europeo en un creciente espectro de políticas, desde los negocios y servicios financieros, medio ambiente o salud y seguridad a las áreas de transporte y energía.

Ha desempeñado un papel decisivo en la reciente oleada de regulaciones financieras y de la unión bancaria que tuvieron lugar después de la crisis financiera de la eurozona.

Desde 2009 también ha tenido el poder de ratificar o rechazar tratados internacionales suscritos por la Unión Europea, una mayor influencia sobre cómo gastar el presupuesto de 15.500 millones de euros de la zona o sobre las decisiones de política agrícola común.

Esta creciente musculatura se ha ejercitado con varias decisiones, la más destacada, el rechazo a un acuerdo con Estados Unidos sobre el intercambio de datos personales, que los legisladores europeos consideraron que vulneraba las libertades civiles.

Sin embargo, la asamblea europea no acaba de ser un parlamento real a los ojos de muchos de sus propios miembros o de los estados principales de la zona.

El hecho de que la participación en las elecciones europeas haya descendido desde el 62 por ciento registrado en 1979 a sólo el 43 por ciento de 2009 es una de las razones, aunque no la única. Después de todo, la participación electoral también ha caído en las elecciones nacionales y la baja afluencia a las urnas también en las elecciones locales no ha llevado a los votantes a cuestionar la legitimidad de sus alcaldes o concejales.

Mientras que algunos partidos políticos tienden a enviar a políticos de segundo rango a Estrasburgo, el Parlamento también cuenta con un puñado de estadistas y "estrellas" políticas como el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, líder del grupo liberal.

El desafío más difícil para ganar su legitimidad tiene más que ver con cuestiones históricas y con la tenaz supervivencia de las soberanías nacionales en Europa.

En este contexto, la Eurocámara es vista como un ente remoto y anónimo por parte de muchos ciudadanos para quienes el universo político sigue siendo en gran medida nacional. Como dijo el que fuera portavoz de la Cámara de Representantes estadounidense Tip O'Neill: "Toda política es local".

El Tribunal Constitucional de Alemania cortó en seco las ambiciones del Parlamento en una sentencia sobre el Tratado de Lisboa que dejó claro que la cámara alemán conserva soberanía presupuestaria y que debería tener un papel más importante en el control de las políticas de la UE.

El principal objetivo de la resolución, que negó que el Parlamento Europeo sea un órgano representativo de un pueblo europeo soberano, era que los estados miembros confieran poderes limitados a la UE, sin perjuicio del control parlamentario nacional.

NO TASACIÓN SIN REPRESENTACIÓN

Dado que la Unión Europea no es un estado federal sino una comunidad de naciones que comparten soberanías sobre una serie limitada de políticas, el Parlamento Europeo no tiene poderes en materia fiscal.

El presupuesto común de la UE - equivalente al 1 por ciento del Producto Interior Bruto, mientras que los presupuestos nacionales tienen una media de 40 veces ese nivel - lo negocian los países miembros. El Parlamento Europeo sólo tiene la opción al final de tomarlo o dejarlo.

Para algunos miembros, esta frustración explica el voraz apetito de la asamblea por la regulación y su tendencia a apoyar todos y cada uno de los gastos incrementados de la UE.

"Esta bulimia de regulación viene de una falta de poder político", dijo Corinne Lepage, exministra de Medio Ambiente que se sienta en el Parlamento saliente y dirige la lista de Europa de los Ciudadanos esta vez.

"No tenemos poderes para subir impuestos. No podemos modificar el presupuesto línea por línea. No podemos iniciar la legislación", dijo.

"Justo ahora, debemos estar en una sesión de emergencia sobre Ucrania, pero no tenemos poder sobre política exterior. Si el Parlamento Europeo tuviera el poder de actuar e intervenir sobre eso, no perderíamos nuestro tiempo sobre el tamaño de las ruedas del tractor", dijo Lepage, que pasó buena parte de su mandato trabajando en seguridad alimentaria e intentando bloquear los cultivos modificados genéticamente.

El presupuesto de la UE está financiado principalmente a través de contribuciones nacionales, y sólo una pequeña parte procede de aduanas e impuestos especiales.

Los países de mayor tamaño - no sólo el euroescéptico Reino Unido sino países claves como Alemania y Francia - son contrarios a dar a la UE un flujo de ingresos directos, en nombre de la soberanía nacional. También se han negado a permitir que la Comisión Europea emita deuda para financiar proyectos de inversión acordados en la UE.

El Parlamento no puede pedir cuentas a los miembros individuales de la Comisión, sino que sólo puede destituir al Ejecutivo en pleno, como hizo una vez en 1999. Ni el Consejo de Europa ni el Eurogrupo de ministros de Finanzas, los organismos de toma decisiones más poderosos de la eurozona, responden ante él.

Hay un sentimiento generalizado entre los legisladores de que fueron excluidos de los procedimientos de gestión de la crisis y de las instituciones creadas a toda prisa durante la crisis de la eurozona, que dicen que ha de ser puesta bajo "responsabilidad democrática".

"Los representantes elegidos por el pueblo no pueden seguir viendo cómo la Comisión Europea toma decisiones como vacas viendo pasar trenes", dijo Sylvie Goulard, parlamentaria liberal francesa que hace campaña por una mayor integración y la emisión de bonos de la eurozona.

MADUREZ

Pese a la frustración de los legisladores con los límites de su poder, son muchos los que dicen que la asamblea ha ido ganando gradualmente en autoridad y madurez, y esperan que ese proceso gradual continúe a pesar del revés de euroescepticismo.

David Earnshaw, un exdiputado laborista británico que ahora es director ejecutivo de Burson Marsteller, una de las principales consultoras de relaciones públicas en Bruselas, dice que el gran cambio en la política de la UE en los últimos cinco años ha sido la aparición de los partidos políticos paneuropeos, en los que los líderes naciones forman un liderazgo colectivo.

Espera que la tendencia quede demostrada en las elecciones a la presidencia de la Comisión de este año.

"¿Traicionarán al electorado? No estoy convencido de que Angela Merkel, François Hollande, Mariano Rajoy o Mark Rutte vayan en contra de los candidatos a los que apoyaban en sus familias políticas", dijo Earnshaw, coautor de un libro de referencia sobre el Parlamento Europeo.

Algunos diplomáticos comunitarios no están tan seguros, argumentando que la canciller alemana, el presidente francés y sus homólogos no querrán dejar que el Parlamento aleje de ellos el poder de nominación.

La llegada de una gran remesa de parlamentarios euroescépticos podría ser una ocasión para llevar el debate público sobre los aciertos y errores de la integración europea a dentro de una cámara que antes había estado dominada por un cómodo consenso de proeuropeístas.

Pero los recién llegados pueden manchar también la imagen del Parlamento utilizándolo como un teatro para gestos políticos más que para una legislatura de trabajo.

Los partidos populistas de ultraderecha defienden en su mayoría abandonar la UE y la moneda única, cerrando las fronteras a la inmigración y aplicando medidas proteccionistas en lo referente al comercio.

Bien podrían repartirse en varios grupos políticos y tener poca influencia directa en las decisiones, pero su impacto en el ambiente político de los estados miembros podría ser mayor si mueven a los principales partidos conservadores hacia el escepticismo.

Charles Grant, director del Centro para la Reforma Europea con base en Londres, ve al Parlamento como un ente hambriento de poder, que anima ostentosamente a una Europa federal, con demasiada influencia sobre la Comisión, impulsando regulación innecesaria.

En el folleto "Cómo construir una UE moderna", publicado el año pasado, Grant abogó por dar a los parlamentos nacionales una mayor participación en la gobernanza de la UE, incluyendo el poder de veto para la mitad de ellos sobre leyes actuales o proposiciones de ley que consideren que infringen la soberanía nacional.

También argumenta que un foro de parlamentos nacionales, y no el Parlamento Europeo, debería supervisar la gobernanza de la eurozona.

Reino Unido seguirá una línea similar en cualquier negociación sobre la reforma del Tratado de la Unión Europea, pero dado que no es miembro de la eurozona, es poco probable que triunfe.

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