ALEPO, Siria (Reuters) - El ex secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, renunciará como enviado de paz internacional para Siria ante la rebelión armada contra el presidente Bashar el Asad, un conflicto cuya violencia no muestra indicios de ceder tras 17 meses de enfrentamientos.
Mientras la violencia arreciaba el jueves en Alepo, la segunda ciudad más poblada de Siria, entre los rebeldes y las fuerzas del Gobierno, el actual secretario general de la ONU, Ban Ki-moon anunció en Nueva York que Annan había informado de su retirada a finales de mes.
"Kofi Annan merece nuestra admiración profunda por la forma desinteresada en la que ha puesto sus formidables capacidades y prestigio para la más difícil y posiblemente la más ingrata de las tareas", dijo Ban.
La misión de Annan, centrada en un alto el fuego acordado en abril que nunca se aplicó, se veía como irrelevante ante el recrudecimiento de los enfrentamientos en Damasco y Alepo.
En Siria, se intensificó la batalla por Alepo, el último campo de batalla. Los rebeldes capturaron un tanque de las tropas gubernamentales y lo usaron el jueves para disparar contra una base área militar que se esperaba que fuera utilizada como un puesto para los refuerzos del Ejército en la batalla por el control de la ciudad.
Mientras tanto, las fuerzas de Asad bombardearon el distrito estratégico de Salaheddine en Alepo con fuego de tanques y artillería, mientras los rebeldes intentaban consolidar su poder sobre las zonas que habían tomado.
En la capital Damasco, los soldados invadieron el miércoles un suburbio y mataron al menos a 35 personas, en su mayoría civiles desarmados, según dijeron vecinos y organizaciones de activistas.
Por otra parte, Siria acusó el jueves a Turquía de jugar un "papel fundamental" en el apoyo al terrorismo al abrir su aeropuerto y fronteras a al Qaeda y otros insurgentes islamistas para que realicen sus ataques en el país.
La lucha por las dos mayores ciudades de Siria subraya la rápida caída del país en una guerra civil, 17 meses después del inicio de las protestas pacíficas que originaron el levantamiento popular contra Asad.
Las potencias occidentales han observado con creciente preocupación mientras los esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución negociada fracasan y empeora la violencia, que se estima ha dejado ya 18.000 muertos.
Más de 180 personas murieron el miércoles en Siria, 133 de ellas civiles y 45 miembros de las fuerzas de Asad, según el Observatorio para los Derechos Humanos sirio vinculado a la oposición.
La moral de los rebeldes creció cuando apuntaron las armas de un tanque del Gobierno contra la base área de Menaj, 35 kilómetros al norte de Alepo, un posible lugar de refuerzos del Ejército.
"Impactamos el aeropuerto usando un tanque que capturamos del Ejército de Asad. Atacamos el aeropuerto algunas veces, pero hemos decidido retirarnos en este momento", dijo a Reuters un combatiente rebelde llamado Abu Ali.
Corresponsales de Reuters escucharon el jueves por la mañana fuego de artillería desde Salaheddine, en el sudoeste de Alepo, una vía de entrada a la ciudad de 2,5 millones de personas que ha sido el escenario de la batalla durante la última semana.
Soldados armados del Gobierno están intentando expulsar de la ciudad a miles de combatientes rebeldes, en una lucha cuyo resultado podría marcar un punto de inflexión en el conflicto.
Las conexiones de telefonía móvil están cortadas desde el miércoles por la tarde, aumentando las especulaciones entre los residentes de la inminencia de una acción militar.
Los rebeldes están consolidando su presencia en las zonas de controlan de Alepo, atacando puestos policiales e instalaciones militares menores con cierto éxito. Reclaman haber tomado tres comisarías esta semana.
DENUNCIAN ATROCIDADES EN DAMASCO
En Damasco, aún bastión del Gobierno pero escenario de combates durante las últimas dos semanas, las tropas gubernamentales se enfrentaron a nuevas acusaciones de atrocidades después de tomar el control de un barrio el miércoles.
"Cuando las calles estuvieron despejadas, encontramos los cuerpos de al menos 35 hombres", dijo un residente que se identificó como Fares por teléfono desde Jdeidet Artouz, en el suroeste de Damasco.
"Casi todos fueron ejecutados con balas en la cara, cabeza y cuello en casas, jardines y sótanos", añadió.
La televisión estatal siria dijo que "docenas de terroristas y mercenarios se rindieron o fueron asesinados" cuando el Ejército realizó una incursión en Jdeidet Artouz y sus alrededores agrícolas.
Asad dijo el miércoles que su batalla contra los rebeldes decidirá el destino de Siria. Pero su llamamiento a las tropas, en un comunicado escrito, no dio pistas de su paradero dos semanas después de un ataque suicida contra su círculo más íntimo.
ESCASEZ DE ALIMENTOS
En los enfrentamientos en Salaheddine ninguno de los bandos tiene el control total.
En la calle al-Sharqeya, residentes y propietarios revisaban los daños y algunos buscaban entre los escombros.
"Me estaba escondiendo en el callejón de mi edificio cuando escuché el ruido de la artillería", dijo Abu Ahmed, mientras abandonaba su casa.
Testigos dijeron que los daños fueron causados por el ataque desde un helicóptero que apuntaba a una brigada rebelde que se escondía en una escuela, pero que en cambio terminó afectando a un edificio residencial.
Miles de personas han huido de Alepo y los hospitales y los improvisados centros de salud apenas pueden hacerse cargo de las víctimas tras más de una semana de combates.
"La situación humanitaria se está deteriorando en Alepo y la necesidad de alimentos crece rápidamente", dijo el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que anunció planes para enviar provisiones de emergencia para 28.000 personas.
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