KABUL (Reuters) - La gente en Afganistán era sorprendentemente optimista el martes sobre el plan de la OTAN para retirar las tropas de combate de su país a finales de 2014, pero advirtieron a los líderes occidentales que cumplan con sus promesas de ayuda y seguridad.
La cumbre de Chicago que reunió a los 28 países miembros de la Alianza Atlántica, a la que asistió también el presidente afgano Hamid Karzai y otros dirigentes mundiales, apoyó el lunes una salida estratégica que llama a la entrega del control de Afganistán a sus propias fuerzas de seguridad a mediados del próximo año.
Pero dejó preguntas sin responder sobre cómo evitar el caos y un resurgimiento talibán después de la retirada.
Pese a la sensación de cansancio con la guerra que había en Chicago y la frustración después de que casi 11 años de intervención militar no lograsen derrotar a los talibanes, los afganos fueron sorprendentemente optimistas. Dijeron que el acuerdo mostraba que los países occidentales no abandonarían a su país después de la guerra de una década de duración y un enorme esfuerzo de ayuda y reconstrucción.
"No pienso que las naciones extranjeras nos dejen tan fácilmente como dicen. La comunidad internacional ha gastado miles de millones de dólares aquí", dijo el estudiante universitario Tawab a Reuters en un parque cerca de una mezquita en el centro de Kabul.
"La conferencia ha decidido que algunas fuerzas extranjeras se quedarán en Afganistán, así que es como un doble apoyo", agregó.
El precio de la vivienda en Kabul han aumentado un 15 por ciento desde que el presidente estadounidense Barack Obama - que el lunes declaró que la guerra estaba "efectivamente terminada" visitó la capital para firmar un acuerdo de seguridad a largo plazo con Karzai el 2 de mayo.
Las naciones donantes han negociado acuerdos con el Gobierno de Karzai para comprometerse a seguir brindando fondos para la reconstrucción, al igual que asesores gubernamentales y agrícolas, durante al menos una década después de la retirada de la OTAN.
Desde que una coalición liderada por Estados Unidos ayudó a las fuerzas afganas a derrocar al régimen talibán a finales de 2001, Afganistán ha sido uno de los mayores receptores de ayudas del mundo, con más de 57.000 millones de dólares gastados en la lucha contra la insurgencia.
En la inestable provincia de Helmand, en el sur del país, una de las más violentas y escenario de grandes combates entre talibanes y fuerzas occidentales, sus habitantes dicen que sus vidas han mejorado.
Ezatullah, un comerciante de la localidad de Marjah, donde las tropas de la OTAN pelearon una de sus batallas más sangrientas de la guerra, dijo que una ruta pavimentada de 35 kilómetros que conecta el pueblo con la capital provincial Lashkar Gah ya está casi terminada, reduciendo los costes y el tiempo de viaje para evitar que se arruinen suministros vitales.
"Y ahora tenemos una clínica construida hace tres años que provee casi todos los servicios a la gente. Pero muchos aún afrontan problemas, porque no es suficiente. Debería haber al menos una clínica en cada pueblo grande", afirmó.
Sin embargo, un sondeo realizado en abril por el canal privado Tolo TV halló que un poco más del 50 por ciento de los afganos creía que podría volver a estallar una guerra civil después de la retirada de las tropas extranjeras, mientras que el 26 por ciento no esperaba cambios y un 23 por ciento pensaba que la seguridad mejoraría.
Aun así, los agentes inmobiliarios en Kabul, donde los coches han reemplazado a las bicicletas y han aumentado los edificios de apartamentos, dicen que el negocio está floreciendo a pesar de las preocupaciones.
"La moral de la gente y la moral económica han aumentado", dijo Mohammad Nader Faizyaar, dueño del elegante centro comercial Faisal Business Centre, que vende desde accesorios para mujeres hasta muebles.
"La gente siente que el futuro de este país es estable y que todos pueden invertir", enfatizó.
/Por Mirwais Harooni y Rob Taylor/
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