BRUSELAS (Reuters) - El Gobierno provisional de Bélgica se dio 24 horas el martes para preparar recortes presupuestarios cuyo objetivo es calmar a los mercados financieros, nerviosos por la fuerte deuda y la crisis política del país, tras una inusual intervención del Rey.
Yves Leterme, que lleva once meses como primer ministro provisional tras unas elecciones parlamentarias que no ofrecieron un claro ganador, presentará el miércoles los planes para 2011 en un consejo de ministros clave.
Mientras los mercados de bonos muestran preocupación por si el estancamiento político impide que el país haga frente a su deuda, el rey Alberto II adoptó la extraordinaria medida de pedir a Leterme que elaborara un presupuesto más ajustado del que ya había acordado con la Unión Europea.
El Rey de Bélgica nombra al primer ministro y media durante la formación de la coalición, pero como otros monarcas europeos, habitualmente se queda al margen del debate político y económico.
"Es completamente inusual lo que está haciendo", dijo Dave Sinardet, profesor de políticas en la Universidad de Amberes y la Vrije Univeristeit de Bruselas.
El actual plan prevé un déficit este año del 4,1 por ciento del Producto Interior Bruto, que pese a que probablemente esté por debajo de la media de la zona euro, no ha sido suficiente para calmar a los mercados.
La prima que los inversores demandan por comprar deuda del Gobierno belga a 10 años frente al bono alemán de referencia se elevó a 145, casi al borde del récord en la historia del euro de 149 puntos alcanzado el 30 de noviembre.
El diario belga De Morgen dijo el martes que preveía que Leterme tratara de ahorrar 4.000 millones de euros, reduciendo el déficit presupuestario al 3,7 por ciento.
Bélgica se ha mantenido prácticamente al margen de la crisis de deuda soberana de la zona euro hasta finales de noviembre, cuando surgieron las preocupaciones a un contagio desde Irlanda y Grecia a otras economías con problemas. El ratio de deuda-PIB de Bélgica de casi el 100% fue el tercero más alto de la UE el año pasado.
Economistas y especuladores del mercado han comenzado a considerar la parálisis política en el país, dividido lingüísticamente, como dañino para los esfuerzos de Bélgica, por reducir la deuda.
La agencia de calificación Standard & Poor's dijo el mes pasado que podría rebajar la calificación del país, de 10 millones de habitantes, en medio año si no se formaba un gobierno.
El rey Alberto II tenía previsto recibir el martes a un mediador que lleva tres meses tratando sin éxito de deshacer el estancamiento político entre los partidos francófonos y flamencos.
Johan Vande Lanotte presentó su dimisión ante el Rey la semana pasada después de que los dos principales partidos flamencos rechazaran sus propuestas. El monarca tiene previsto anunciar el martes si acepta o no la salida de Lanotte.
La perspectiva de elecciones va en aumento.
Los observadores no creen que unos comicios resuelvan los problemas del país, sino que profundizarán la división entre los flamencos, que quieren más poderes para la región de Flandes, y los francófonos, que temen que conceder más transferencias lleve a una escisión del país.
Los analistas han dicho que la otra posibilidad, un gobierno de emergencia con amplios poderes que el provisional, no calmaría a los mercados.
Philippe Ledent, economista de ING Belgium, dijo que el país necesitaba reformas profundas de sus finanzas públicas y no sería suficiente solo con medidas a corto plazo.
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