
El tigre es uno de los mejores ejemplos de soltero incorregible del mundo animal. Tanto hembras como machos son animales territoriales de costumbres solitarias, que sólo comparten su tiempo en el periodo de apareamiento y, en el caso de las hembras, durante la cría.
El tigre no comparte su territorio con otros individuos, excepto en el caso de los machos, que pueden dejar que las hembras cacen en su zona e incluso que se alimenten antes que él, como sucede en el caso de la tigresa de Jungle Park de Tenerife
Como a todo buen soltero, le gusta tener su propia zona en la que vive y caza. En el caso de los machos, esta extensión de terreno puede llegar a los 80 km2, mientras que las hembras se conforman con alrededor de 20 km2.
Hembras y machos entran en contacto durante la época de apareamiento, cuando la hembra está receptiva durante tan sólo unos días. Durante ese tiempo, se aparean varias veces, y alrededor de 100 días después la hembra da a luz entre una y seis crías, que pesan algo menos de un kilo cada una.
Durante los primeros 18 meses de vida de los cachorros, las madres abandonan sus costumbres de solteras solitarias para dedicarse al cuidado de sus crías, a las que cuidará hasta los dos años o dos años y medio, momento en el que las expulsa de su territorio para que se valgan por sí mismas. Como buenas representantes de la cultura single, una vez solventadas sus responsabilidades maternas, volverán a su vida independiente.