
La recaudación de los parquímetros del Centro en 2016 fue superior a los 6 millones. Quizá por ello, el Ayuntamiento se plantea cobrar a partir de las 21 horas y los fines de semana.
Tener coche en Madrid se está convirtiendo en un deporte de riesgo. Requiere tener mucho dinero e infinita paciencia, no sólo por los atascos sino por lo que se puede llegar a tardar en aparcar... ¡hasta en tu propio barrio! Estos problemas no son nuevos, pero desde la llegada al Ayuntamiento de Manuela Carmena y su equipo, la persecución a los coches no ha parado de incrementarse. A los polémicos cortes navideños en Gran Vía se añadieron en los últimos días del año la prohibición de circular a los vehículos con matrícula par, amén de las ampliaciones de las Áreas de Prioridad Residencial (APR) y un largo etcétera. Todas estas medidas, muchas improvisadas y tomadas unilateralmente, han cristalizado en el Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático, llamado Plan A de Madrid (A de aire y porque no hay plan B posible), que tiene por objeto conseguir una ciudad sostenible, que garantice la salud de la ciudadanía frente al reto de la contaminación atmosférica, reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero y fortalezca a la ciudad frente a los impactos del cambio climático. Las 30 medidas del Plan A, que cuenta con un presupuesto para el periodo 2017-2020 de 543,9 millones de euros, se encuadran en cuatro ejes: movilidad sostenible, gestión urbana baja en emisiones, adaptación al cambio climático, y sensibilización ciudadana y colaboración con otras administraciones.
El Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), impuesto en 2002, regula los aparcamientos del interior de la M-30. En la zona pintada con líneas verdes pueden estacionar los residentes en el barrio a cualquier hora del día, y en la azul pueden hacerlo los visitantes durante un máximo de cuatro horas. No es precisamente barato, cómo se puede ver en el cuadro que acompaña estas líneas.
En teoría, los conductores que quieran aparcar su coche en el barrio donde residen tienen que pagar al año los 24,60 euros que cuesta la llamada tarjeta verde. El problema surge cuando los residentes llegan a sus domicilios y no hay plazas libres en la zona verde. La tarjeta les permite estacionar entre las 20.00 y las 21.00 en las plazas azules de su barrio y en las que existan a ambos lados de las calles que lo delimiten. Pero si aparcan antes de esa hora, tendrán que pagar como cualquier conductor ajeno al barrio, pese a tener la autorización de residente. Y es que el 35,6 por ciento de las personas que viven en la almendra central de Madrid y pagan la autorización de residentes anual del SER para aparcar cerca de su domicilio, no tienen garantizada una plaza. El Ayuntamiento divide el área de parquímetros en 48 barrios. En seis de ellos, el déficit de aparcamientos con respecto a los abonos pagados supera el 50 por ciento. Sólo en uno, Atocha, hay más plazas que residentes abonados. La falta de aparcamientos hace que muchos vecinos no muevan su vehículo los fines de semana para evitar perder su plaza. Para solucionar esto se va a llevar a cabo la primera gran medida del Plan A: el cierre al tráfico del distrito de Centro, planeado para 2018, que pasará a ser exclusivo para residentes, como ya ocurre en algunas áreas de esta zona, y reducirá la importancia del SER a un papel casi testimonial. Esta zona, que abarca una superficie total de 520 hectáreas, será la unificación de las cuatro Áreas de Prioridad Residencial (APR) actuales; Letras, Embajadores, Cortes y Ópera serán una sola tras anexionar Justicia, Palacio y Sol. La previsión del Consistorio es que la zona azul del SER desaparezca completamente, ocupando ese espacio los residentes. Si bien el cambio se confirmará el próximo año, el equipo de Gobierno ya ha iniciado este trabajo en barrios muy transitados, como es el caso de La Latina, famoso por su oferta de ocio y gastronomía. El repintado se hizo a principios de febrero, con la creación de 112 nuevas plazas de aparcamiento. Esta reordenación afectó a la plaza de la Cebada (con 47 más); la Cava Baja (18), la plaza de la Puerta de Moros (16); la calle de Segovia (13); la Carrera de San Francisco (9); la Costanilla de San Pedro (6); y la plaza de la Cruz Verde (3). Además, el 10 por ciento se dedica a motos y ciclomotores, exentos de la restricción.
Claro, que según cifras de la concejalía de Medio Ambiente y Movilidad, que dirige Inés Sabanés, la recaudación por el SER en el espacio que ocupará este área fue de 6.156.633,25 euros en 2016; de los cuales 3.225.622,10 euros corresponden a la zona azul y 2.931.211,15 a la verde. Otro elemento asociado a las Áreas de Prioridad Residencial son las multas impuestas a los no residentes que circulan por cada zona restringida. Según un informe de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), estas ocupan el tercer puesto de la clasificación de las sanciones de tráfico en Madrid, con una recaudación total de 50.997.800 euros el año pasado. ¿Están dispuestos Carmena y compañía a perder este filón? No parece. De ahí que, amparados en que pretenden amplificar el efecto disuasorio para que los conductores dejen el coche en casa al hacer desplazamientos por la almendra central, van a ampliar el horario del SER a partir de las 21.00 horas de lunes a viernes y durante los fines de semana y festivos, aunque no con carácter generalizado, en las zonas de la ciudad con "especiales características de demanda de transporte privado".
"La ampliación de los horarios es una solicitud reiterada de los residentes que se va a evaluar y que, progresivamente, se van a ver sus posibilidades", señaló Sabanés. Y aunque declaró que la medida no está desarrollada y no dio ejemplos de a qué zonas afectaría, podría estar orientada a áreas gastronómicas y de ocio nocturno como la calle Ponzano, en Chamberí, o clásicos de gran afluencia de público como el Rastro de los domingos, colindante con Arganzuela.