
Berlín, 10 oct (EFE).- La Fiscalía alemana confirmó hoy la detención anoche en la ciudad de Stade (este) de un ciudadano búlgaro de veinte años como presunto asesino de la periodista búlgara Viktoria Marinova e informó de que analiza los requisitos para su extradición a Bulgaria.
"Es un gran éxito para nuestras fuerzas", declaró el presidente de Oficina de Investigación Criminal (LKA) del estado federado de Baja Sajonia, Friedo de Vries.
El responsable del departamento de asistencia jurídica de la Fiscalía general de Celle, Christian Schierholt, subrayó que "una vez más ha quedado demostrada la eficacia de la orden de detención europea" y celebró que "la cooperación entre las autoridades judiciales y policiales europeas funciona de manera ejemplar".
"Tras recibir las correspondientes informaciones de las fuerzas de seguridad búlgaras, nuestros expertos y fuerzas de las unidades especiales móviles hicieron un gran trabajo en un espacio breve de tiempo y lo lograron concluir también con éxito", se felicitó De Vries.
A pesar de tratarse de un "triste motivo", el presidente de la LKA coincidió con Schierholt en calificar la detención de "ejemplo destacado de lo bien que puede funcionar la colaboración transfronteriza de las fuerzas de seguridad en Europa".
"Desde la primera toma de contacto hasta la detención sólo pasaron pocas horas", señaló.
La Fiscalía de Celle estudia ahora las condiciones para extraditar al joven, sospechoso de haber violado, robado y asesinado a la periodista, y solicitará una orden de arresto a la Audiencia Territorial responsable de autorizar su extradición, señala el comunicado conjunto.
Las autoridades búlgaras confirmaron esta mañana la detención en Alemania del presunto asesino de Marinova y señalaron que las primeras averiguaciones apuntan a que el crimen no está relacionado con el trabajo de la reportera, presentadora y directora de TVN, un canal privado local.
El cuerpo de la periodista de 30 años fue hallado el sábado por la tarde después de que fuera violada y asesinada el día anterior en Ruse, en el norte del país balcánico, lo que generó una oleada de indignación en Bulgaria y en Europa.