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Brecha salarial y sesgo de género, fruto del proceso de socialización

Foto: Archivo

Desde principios de año han venido aprobándose en países de nuestro entorno, como Alemania o Islandia, iniciativas para combatir la brecha salarial entre mujeres y hombres. Se trata fundamentalmente de medidas de transparencia en la empresa sobre remuneraciones medias de ambos colectivos, lo que entendemos pertinente y en la buena dirección.

Las reflexiones y el debate público abierto al respecto ponen encima de la mesa las causas subyacentes tras la desigualdad salarial.

Se debate que algunas de dichas causas son el mayor porcentaje de mujeres en trabajos a tiempo parcial, la asunción de mayores responsabilidades familiares, diferencias de género en las forma de afrontar y plantear subidas salariales o promociones, etc., y por supuesto, el mayor porcentaje de mujeres disfrutando medidas de conciliación en comparación con los hombres.

Sin embargo, estas supuestas causas son en realidad las consecuencias de un proceso de socialización lento, continuado en el tiempo y perpetuado en toda sociedad a nivel universal. Es este proceso social y cultural el que provoca la brecha salarial y el sesgo de género. No es necesario poner nombre al proceso, pero sí reconocer su existencia. Existe cierta ceguera en cualquier cultura respecto a su reconocimiento y en la medida en que tal situación continúe, la brecha salarial y el sesgo de género en el mundo laboral seguirán minando las aspiraciones de igualdad.

Es cierto que en roles de similar responsabilidad las mujeres están recibiendo, de media, remuneraciones inferiores, pero también es importante subrayar que tras el menor número de mujeres en puestos directivos encontramos discriminación en igualdad de oportunidades.

Igualar la baja obligatoria por maternidad y paternidad es una de las actuaciones legislativas positivas que están estudiándose en este momento. Sin embargo, más allá de las medidas legislativas que se pueda aprobar próximamente en España contra todas las caras de la desigualdad entre mujeres y hombres, la solución pasa por medidas transversales a todos los niveles con la meta de educar desde edades tempranas en materia de igualdad, involucrando desde instituciones educativas hasta la familia.

Afirmar que la brecha de genero es inexistente o se limita a algún ámbitos es en sí mismo discriminatorio o signo de falta de conciencia sobre la realidad. Esta semana ha supuesto una oportunidad para volver a situar en la agenda colectiva reivindicaciones que son tan legítimas como signo de la dignidad de una sociedad moderna e igualitaria como la española.

Por Luisa Gómez, Asociada de Laboral de Baker McKenzie

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