
Barcelona, 26 nov (EFE).- Cuatro años después de ser liberada, la integrante de Pussy Riot Nadia Tolokonnikova mantiene tanto su actividad artística como su activismo político y, en este sentido, ha denunciado a Efe que en las prisiones rusas "hay muertes innecesarias por falta de medicinas".
Pussy Riot nació en el verano de 2011 en Moscú como la versión femenina del grupo de arte-protesta Voiná y contaba, inicialmente, con 11 integrantes, mujeres de 20 a 33 años.
Defendían postulados anticapitalistas y anarcofeministas y siempre han actuado en lugares públicos de forma ilegal.
Si bien hace tiempo que no están activas, la imagen de sus rostros ocultos tras pasamontañas de colores se ha convertido ya en un icono de la última década.
Tolokonikova saltó a la fama en 2012, tras irrumpir, con otras integrantes del colectivo artístico Pussy Riot, en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, donde interpretaron una canción titulada "Punk Prayer: Mother Of God, Put Putin Away!", con el objetivo de denunciar el apoyo de la Iglesia ortodoxa rusa al presidente Vladímir Putin.
A raíz de esos hechos, tres miembros del grupo fueron detenidas por vandalismo: Tolokonikova y sus compañeras Maria Aliojina y Katia Samutsevich, y en todo Occidente se extendió el lema "Free Pussy Riot", con lo que la causa se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión.
Si bien Samutsevich fue liberada dos meses después tras interponer un recurso, sus dos compañeras permanecieron 22 meses en prisión, entre marzo de 2012 y diciembre de 2013, cuando se beneficiaron de la amnistía decretada por Putin para conmemorar el vigésimo aniversario de la Constitución rusa.
La organización Zona Prava, impulsada por las dos activistas tras su paso por prisión e integrada por un equipo de abogados, denuncia la situación de los presos que, según Tolokonikova, son obligados a realizar "trabajos forzados imposibles".
Su foco de trabajo son las carencias médicas de las prisiones, ya que "se producen muchas muertes innecesarias porque no hay suficientes medicinas", afirma la artista tras pasar por Barcelona para actuar como DJ en la sala Razzmatazz.
Zona Prava cuenta con el apoyo del principal opositor al gobierno actual, Alexéi Navalni, presidente del partido Alianza Popular.
Tolokonikova también está implicada en el medio de comunicación independiente Media Zona, que cubre desde una perspectiva alternativa los sucesos políticos más destacados, pero se centra en las "pequeñas acciones" de los movimientos sociales locales en relación con temas como los bajos salarios, los cortes de electricidad en las escuelas o las condiciones laborales de los trabajadores del hospital, y su principal fuente de financiación es el micromecenazgo.
De hecho, Tolokonikova considera que problemas como la misoginia o el racismo están extendidos en todo Occidente y defiende que el trabajo de los ciudadanos es, siempre y en todos los lugares, "presionar a sus dirigentes para que esto cambie". Lo que hace singular a Rusia es "la concentración del poder económico", dice.
Sin embargo, la integrante de Pussy Riot se muestra optimista con relación al avance de la lucha feminista en su país, y siente "esperanza" ante el interés creciente de las nuevas generaciones por este movimiento.
Las mujeres de su edad, en cambio, a menudo no se sentían "cómodas" con el término, según ella, porque este fue "instrumentalizado" por el régimen soviético.
Además, la activista es consciente de que vive "vigilada", pero considera absurdo pensar demasiado en ello. "Para no entrar en prisión tendría que callar y no hacer ninguna investigación periodística", afirma.
Asimismo, advierte que "no es algo particular de Rusia que tus comunicaciones no sean realmente privadas".
Por otra parte, Tolokonikova señala que la televisión pública rusa ha mostrado sin reparos las imágenes de la violencia policial en Cataluña el 1-O y, a su juicio, se trata de una estrategia habitual de los medios rusos para mostrar que "las cosas no son perfectas fuera de Rusia".
Personalmente, considera "terrible" que la policía reprima las protestas ciudadanas, y recuerda que en Rusia las regiones tienen una cuota de poder muy reducida, por lo que para su país "no es una cuestión externa".
Nadia Tolokonikova todavía se considera miembro de Pussy Riot, a pesar del comunicado que las componentes anónimas del grupo emitieron tras la participación de las dos activistas encarceladas en un concierto de Madonna, donde afirmaban lo contrario porque el hecho de cobrar una entrada a los asistentes contradecía los ideales del colectivo.
La historia de Tolokonikova y sus compañeras ha llegado incluso a los museos, pues en la exposición "Arte de protesta; activismo post-soviético", en la Saatchi Gallery de Londres, una obra de teatro narra su experiencia en la cárcel e intenta retratar la justicia rusa.
La obra, a cargo de la compañía teatral Les Enfants Terribles, se titula "Inside Pusy Riot" y coincide con la celebración este año del centenario de la Revolución Rusa. EFE