Río de Janeiro, 13 feb (EFE).- Espíritu Santo, el estado brasileño en que una huelga de policías provocó una ola inusual de violencia que dejó al menos 146 muertos, comenzó a regresar hoy a la normalidad tras diez días de paralización de los uniformados.
Con el Ejército patrullando las calles y parte de los policías de regreso a sus labores, escuelas y universidades volvieron a abrir sus puertas este lunes tras haber cerrado toda la semana pasada, así como los comercios, los bancos y los puestos públicos de salud, confirmó hoy la gobernación de este estado del sudeste de Brasil.
Igualmente volvieron a circular normalmente los autobuses públicos, un servicio que había sido totalmente suspendido algunos días y parcialmente la mayor parte de la última semana.
La llegada a Espíritu Santo de 3.000 integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública permitió reducir la ola de violencia y tranquilizar a la población.
De la misma forma, unos 1.200 de los 3.500 policías que estaban en huelga volvieron a patrullar las calles en los últimos dos días gracias a un acuerdo parcial que suscribieron con la gobernación en la noche del viernes en las negociaciones para un reajuste salarial y mejorías en las condiciones de trabajo.
Según estadísticas del sindicato de agentes de la Policía Civil aún no reconocidas por la gobernación regional, en diez días de huelga policial se registraron 146 homicidios, un número varias veces superior al de todo enero.
Pero mientras que en los primeros días de la huelga llegaron a registrarse hasta 40 homicidios diarios, con la llegada de los refuerzos ese número cayó para cerca de 4 diarios el último fin de semana.
Pese a que algunos policías volvieron a trabajar, gran parte permanecía de brazos cruzados con el argumento de que las puertas de los cuarteles siguen bloqueadas.
Como los policías en Brasil tienen estatus militar y están prohibidos constitucionalmente de hacer huelga, las paralizaciones fueron organizadas por sus familiares, que bloquearon las puertas de los cuarteles para impedir que los uniformados salgan a las calles.
Los policías que volvieron a patrullar las calles son los que no estaban en el interior de los cuarteles cuando comenzó la paralización el sábado 4 de febrero o los que fueron retirados de sus unidades por helicópteros de la Fuerza Aérea.
Los familiares de los uniformados alegan que sólo levantarán los bloqueos cuando alcancen un acuerdo con la gobernación.
La protesta de Espíritu Santo se extendió el viernes a los estados de Pará (norte) y al vecino Río de Janeiro, que está en plenos preparativos para los carnavales de este año y donde varios cuarteles de la policía registran desde el viernes protestas en sus puertas por parte de familiares de los agentes.
En Río de Janeiro los policías se mantienen normalmente en las calles, pero al igual que en Espíritu Santo algunos de ellos debieron salir de los batallones en helicópteros militares.
El regreso de la normalidad a Espíritu Santo coincidió con la advertencia hecha hoy por presidente brasileño, Michel Temer, quien afirmó que las Fuerzas Armadas están "listas para restablecer el orden público" en caso de huelgas de policías.
"El Gobierno resolvió que las Fuerzas Armadas estén listas y a disposición frente a cualquier hipótesis de desorden en cualquier estado" del país, declaró el mandatario en un pronunciamiento ante los periodistas.
Temer volvió a calificar lo ocurrido en Espíritu Santo como una "insurrección" de los policías, sobre los que dijo que "por ley están impedidos de realizar huelgas" o agruparse en algún tipo de sindicato.
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