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Madres que transforman su dolor en lucha contra la inseguridad en Argentina

Buenos Aires, 21 ene (EFE).- Los últimos casos de jóvenes asesinados en Argentina han reabierto el debate sobre la inseguridad ciudadana y han puesto en el punto de mira la lucha de siete mujeres que perdieron a sus hijos y transformaron su dolor en fuerza para combatir el crimen y reclamar justicia.

La muerte de Brian, un niño de catorce años que recibió un balazo el pasado 24 de diciembre, conmocionó al país y ayudó a que el Gobierno estudie medidas como bajar de 16 a 14 años la edad de imputabilidad o reforzar el control en las fronteras para evitar la entrada en el país de personas con antecedentes penales.

Por desgracia, antes que Brian fueron muchos los jóvenes que salieron de sus casas con una mochila llena de sueños que no pudieron cumplir porque fueron secuestrados, se cruzaron con un policía que sacó el arma antes que la palabra o perdieron la vida tras forcejear con un agresor sexual.

Esta es la realidad a la que tuvieron que enfrentarse los hijos de Silvia Irigaray, Marta Canillas, Viviam Perrone, Isabel Yaconis, Elsa Gómez, Elvira Torres y Nora Iglesias. Siete madres que decidieron secarse las lágrimas y formar en 2004 la asociación Madres del Dolor.

"No somos abogadas, no somos psicólogas, somos mamás con dolor y la verdad que no hay nada que nos guste más que nuestras tres líneas de teléfono no suenen más (...) Eso no va a ocurrir pero lo que sí tratamos es de trabajar para que haya menos violencia", afirmó a Efe Irigaray, fundadora de la organización.

En 2016 recibieron una "catarata" de llamadas y cada día atienden unas quince.

Después de que un policía retirado asesinara a su hijo Maximiliano Tasca, cuando se sucedían protestas en el marco de la crisis económica y política que vivió Argentina en 2001, Irigaray asegura que no siente odio.

Está convencida de que "no odiar" y "no actuar con violencia" es lo que hace que muchos padres quieran hablar con ellas.

"Hay que escucharlos como nosotras fuimos escuchadas y de ahí tratar de hacerles ver que es una lucha muy grande, porque es el poder judicial (...) es un juez que vive años sentado en un sillón, que no conoce lo que pasó con nuestros hijos, entonces nunca nos van a entender", comentó Elsa Gómez.

Por su parte, Marta Canillas recordó que ellas eligieron unirse para ayudar a otros padres pero cree cuando se pierde a un hijo "es tan válido hacer como no hacer".

Su hijo Juan Manuel fue secuestrado y asesinado después de que pagaran el rescate.

"Los delincuentes lo dejaron bajar (del coche) y lo mataron lamentablemente de un tiro en la espalda (...) Mi ilusión es que bajó con la esperanza de la libertad, fue el primer secuestro de la democracia".

Canillas reconoce que se llevó a cabo un juicio ejemplar. No obstante, no todas pueden decir lo mismo.

Isabel Yaconis, en cambio, no supo nunca quién intentó violar y acabó por matar a Lucila, una chica alegre, que quería ser actriz y de la que catorce años después todavía recuerda su tono de voz.

Nora Iglesias también sigue en busca de justicia por la muerte de Marcela, fallecida a los seis años tras caerle encima una escultura de 270 kilos en un parque de Buenos Aires.

"Nos devolvieron una niña muerta, con todos los huesos rotos y nadie nos dio una explicación", aseveró.

La pequeña murió en 1996 y trece años después la Corte Suprema cerró la causa por "insustancial y carente de trascendencia". Hoy reclama justicia en tribunales internacionales.

Respecto a posibles soluciones para acabar con muertes violentas e injustas, coinciden en que hay que actuar y se alegran de que el Ejecutivo haya convocado a especialistas para estudiar bajar la edad de imputabilidad.

"La verdad que el chico que mató (...) tiene que estar en un lugar adecuado para niños, hay que obligarlo a estudiar (...) incentivarlo por medio de la educación, no perdonarlo solamente porque es niño", aseguró Irigaray.

En esta línea, Yaconis sostuvo que "con estos temas" el Congreso "generalmente (...) hace mucha filosofía y con eso no se avanza".

"Yo creo que hay que tomar el toro por las astas y (...) hay que hacer algo por ellos y por nuestras vidas", agregó.

Fuertes y alegres. Así son siete mujeres que lograron transformar el odio en amor para intentar que cada vez sean menos las madres que entierren a sus hijos.

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