Madrid, 21 mar (EFE).- Bajo la idea de que sólo el violador es el "responsable" de una violación, Una, la autora británica, aborda en su cómic "Una entre muchas" la violencia machista y el tratamiento por parte de los medios de comunicación y la policía después de que en su adolescencia viviera en su Yorkshire natal uno de los casos de violación más sonados en el Reino Unido.
"La única persona responsable de una violación es el violador, y las únicas personas responsables de la violencia masculina contra las mujeres y las niñas son los hombres violentos", cuenta a Efe Una, (Yorkshire, 1965) quien le ha dado su nombre, cuyo significado es "única", a la protagonista de este cómic editado por Astiberri.
Por eso, en "Una entre muchas" su autora, a través de su alter ego, ha querido destacar la idea de que durante "mucho tiempo" la sociedad ha creído que la mujer era la "causante de las violaciones". Un mensaje que remata afirmando que "no entiende" la "fascinación cultural" por los hombres violentos.
Y no lo entiende pese a que en su adolescencia vivió y experimentó de primera mano todo lo que sucede en el libro, es decir, la veintena de violaciones y posteriores asesinatos de Peter William Sutcliffe, el "Destripador de Yorkshire", así como el tratamiento que se le dio policialmente y mediáticamente.
Por eso, la niña que protagoniza el cómic arranca la historia diciendo: "pronto aprendí a bajar la mirada", una frase impactante a la vez que poética que te avanza el duro contenido de esta novela gráfica en la que el lector vivirá la violencia machista desde muchos puntos de vista.
"Para hacer el libro leí todos los números del Yorkshire Evening Post entre 1975 y 1981 en la biblioteca pública, es un período que representa no sólo el tiempo que duró la caza del violador, sino que también me recuerda lo que duró mi adolescencia porque esto sucedió entre mis 10 y mis 16 años", recuerda.
Quizá porque sucedió en una etapa clave del crecimiento humano, la autora construyó este cómic preguntándose también cómo había afectado a su crecimiento en este período en el que vivió, según afirma, una "terrible misoginia de la policía y de los medios de comunicación" respecto al tratamiento de este suceso nacional.
Con una composición de viñetas que parece pensada al azar, Una (autora) defiende que nada de lo que hay en su obra es fruto de la improvisación, sino que existe un "orden" no guiado por la estructura "convencional" de imágenes organizadas y enmarcadas que hace que considere que se trata de un trabajo "bastante experimental".
Así, en esta obra su autora no ha encajonado el texto en todo momento en inmóviles bocadillos, sino que ha dejado que éste también se deslice por los dibujos de forma que a veces la palabra es la que genera el propio dibujo. Imágenes, todas ellas, en blanco y negro en las que el color sólo aparece para resaltar momentos concretos.
"Creo que los cómics se ocupan muy bien de historias humanas difíciles o desafiantes porque hay un juego entre imágenes y palabras, una especie de alquimia que no es posible en otras formas de arte. Los cómics son realmente especiales y únicos y la gente siempre los han subestimado, pero esto está cambiando", concluye la autora.
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