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Miguel Ángel Flores pierde el primer asalto

Madrid, 12 ene (EFE).- Apenas se ha movido de su silla en el banquillo de los acusados. Vestido impecablemente con una camisa blanca y pantalón y chaqueta gris, Miguel Ángel Flores, el principal imputado en el caso del Madrid Arena, ha sido testigo de su primera derrota en el ring de la Audiencia Provincial.

Su abogado, José Luis Fuertes, no ha podido llevarse la primera baza que ha querido jugar en la sesión inicial de la vista que juzga la muerte de cinco chicas en una avalancha ocurrida hace más de tres años durante la fiesta de Halloween celebrada en el pabellón del Madrid Arena.

Hoy la sesión se ha dedicado a debatir las cuestiones previas y las nuevas pruebas periciales y testificales que proponían las partes. Casi todo lo que ha propuesto la representación de Flores ha sido rechazado por la presidenta del tribunal, la magistrada María Luisa Aparicio, incluido que se investigara a los excargos del Ayuntamiento de Madrid Pedro Calvo y Fátima Núñez.

Pese a la expectación mediática del juicio -incontables el número de cámaras que esperaban la llegada de acusados y abogados-, la sala de vistas -se ha habilitado la más grande- ni se ha llenado.

Los periodistas han preferido seguirla desde un monitor de una sala de prensa, y la fila de sillas destinada a los familiares de las víctimas ha estado vacía. Quizá se llene mañana con la esperada declaración de Flores y los otros catorce acusados.

Sí estaba llena la zona destinada a las defensas, hasta el punto que la presidenta del tribunal ha tenido que zanjar la falta de sillas para todos con esta decisión: "Un letrado por cada representación". Así que dos de ellos han tenido que bajar del estrado.

Y también ha sido tajante al rogar puntualidad para las próximas sesiones. La de hoy ha tenido que retrasarse porque un abogado, el de la representación de la acusación popular de los socialistas, no ha llegado a tiempo.

Primero las cámaras de televisión y después la nube de fotógrafos han podido entrar unos minutos en la sala para hacer lo que se llama un "mudo", en el que, como ha dicho Aparicio, había que estar "quietos y calladitos".

Salvo estas pequeñas anécdotas, la sesión ha transcurrido con total normalidad, con dos recesos para analizar las pruebas propuestas y durante los que los abogados han podido conversar con sus defendidos.

Entre ellos, el doctor Simón Viñals, sentado en el banquillo junto con su hijo Carlos, también imputado, y que solo se ha movido para negar con la cabeza cuando en la lectura de la acusación del fiscal se aseguraba que mostró "evidente falta de destreza" en las reanimaciones cardiopulmonares de las víctimas.

Tanto le ha molestado que en uno de los recesos ha querido hacer declaraciones a los periodistas -Flores, por su parte, ha rehusado- para dejar claro que hizo todo lo que pudo para reanimar a las chicas.

Quizá no estará en todo el juicio, que se prevé dure hasta mayo, porque su defensor ha pedido eximirle dado su estado de salud, aunque tendrá que ser un forense quien lo determine.

Emilio Monteagudo, exjefe de la Policía Municipal y el único de los quince acusados que no lo está por la Fiscalía, tampoco presenciará todo el juicio (el día 11 de febrero leerá un tesis en Valencia) si es que su operación vascular tiene lugar después de las declaraciones.

Cinco meses durará la pelea en el ring de la sala 0 de la Audiencia Provincial, donde se celebrarán muchos asaltos, porque muchos son los acusados y muchos los testigos y peritos.

Gane quien gane, lo cierto es que cinco familias han perdido lo más importante: a sus hijas, hermanas, nietas, sobrinas, amigas. A Katia Esteban, Rocío Oña, Belén Langdon, María Teresa Alonso y Cristina Arce.

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