
Madrid, 22 abr (EFE).- La Fiscalía ha pedido hoy en la Audiencia Provincial de Madrid la libre absolución del agente de la Policía Nacional que disparó, en defensa propia, a un mendigo que causó una situación de pánico en el aeropuerto de Madrid-Barajas al encañonar con una pistola simulada a varias personas en el año 2007.
El juicio ha quedado visto para sentencia, después de que los magistrados apartaran del procedimiento a la acusación particular, ejercida en nombre del mendigo, puesto que éste se encuentra en busca y captura en África.
La acusación particular solicitaba ocho años de prisión para el agente de la Policía Nacional por un delito de tentativa de homicidio y una indemnización de 95.000 euros para la víctima por las lesiones y las secuelas.
El mendigo sufre desde el año 2005 una enfermedad mental grave, esquizofrenia paranoide, de naturaleza crónica e irreversible, según el informe de una psiquiatra del programa de atención a enfermos mentales sin hogar, que estima que el día de los hechos experimentó una crisis aguda que anulaba sus facultades cognitivas y volitivas.
Hace tres años, un trabajador social fue a buscar al mendigo a la pensión donde vivía para el seguimiento de su enfermedad mental y le informaron que se había marchado a África.
La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de tentativa de homicidio, pero no procede la imposición de pena, al entender que concurre la eximente completa de legítima defensa.
Según el relato del Ministerio Fiscal, los hechos ocurrieron sobre las 19:30 horas del 19 de julio de 2007 cuando el acusado y otro agente de la Policía Nacional fueron comisionados para acudir al aeropuerto de Barajas, donde, al parecer, había una maleta susceptible de ser un artefacto explosivo.
Una vez en el lugar, y tras una inspección, localizaron frente a la puerta 2 de la Terminal 1 un carro con maletas aparentemente abandonado, así como a Washington C. junto al mismo.
Ambos agentes se acercaron a Washington para preguntarle si el carro y la maleta eran suyos, pero no les prestó atención y, tras ser requerido para identificarse, les dijo que se fueran "a la mierda".
Como los dos agentes trataron de identificarle de nuevo, Washington sacó un cuchillo de once centímetros de hoja e intentó cortar al agente que acompañaba al procesado a la altura del cuello.
Ante esta situación, los agentes sacaron sus armas reglamentarias, le apuntaron y le pidieron que depusiera su actitud y arrojara el cuchillo, a lo que no accedió Washington, que seguía intentando cortar el cuello al agente.
Uno de los policías disparó al suelo para disuadirle y Washington sacó entonces una pistola negra y encañonó a uno de los agentes y luego a diferentes personas, con lo que creó una situación de pánico y alarma.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, uno de los policías disparó nuevamente contra el suelo, por lo que el agresor corrió hacia ellos con la pistola y el cuchillo en la mano, y uno de los agentes le disparó a las piernas para detenerlo, sin lograr su objetivo.
El fiscal relata que como no se detenía, y ante el riesgo inminente y cierto para su propia vida e integridad, David M.R. efectuó cuatro disparos a la zona del vientre de Washington, que le ocasionaron heridas de muy seria consideración.
El agente disparó con el arma reglamentaria mientras que la del herido era simulada, apta para el lanzamiento de pequeñas bolas de plástico, por lo que puede ser considerada como juguete, pero, según la Fiscalía, por su apariencia podía ser confundida por una real.