
Madrid, 23 sep (EFE).- Los dos miembros del Constitucional favorables a la admisión de las recusaciones de la Generalitat catalana y el Parlament contra el presidente del tribunal, Francisco Pérez de los Cobos, consideran que haberlas rechazado supone un daño para la imagen de la institución.
Los magistrados Luis Ortega y Fernando Valdés consideran, en sus votos particulares a favor de admitir a trámite las recusaciones, que la semana pasada el Tribunal Constitucional se equivocó al rechazarlas (por nueve votos contra los dos suyos) y avalar la imparcialidad de Cobos a pesar de su militancia en el PP.
Así, para Valdés, la mayoría no ha tenido en cuenta la necesaria "confianza de la sociedad y de los poderes públicos que intervienen en los procedimientos de constitucionalidad", ni tampoco "el prestigio y el crédito en la institución".
Simplemente con haber pensado en estas cuestiones, "sin necesidad de extensas argumentaciones", el TC debió haber admitido las recusaciones y haber estudiado sus argumentos, más aún teniendo en cuenta las tensiones institucionales con Cataluña, dice Valdés.
Por su lado, en su voto particular Ortega cita, como parte de la jurisprudencia del TC, una sentencia del que fuera magistrado de este tribunal, Pablo Pérez Tremps (quien por cierto se abstuvo de intervenir en la causa sobre el Estatut Catalán para salvaguardar la imparcialidad de la institución).
"El juego de los intereses políticos es, sin duda, de gran importancia e ignorarlo supone caer en un formalismo excesivamente aséptico", decía Tremps, tal y como recuerda Ortega.
Las recusaciones sostenían que Pérez de los Cobos, al ser militante del PP y no habérselo relatado al Senado cuando se le cometió al examen de idoneidad, creó un posible motivo para dudar de su imparcialidad al que se suman otras razones.
El pleno del TC sin embargo respondió que la afiliación política de Cobos, su participación en seminarios de la fundación FAES (próxima al PP) o determinadas manifestaciones públicas suyas relacionadas con Cataluña y su Estatut, entre otros motivos, no constituyen razones suficientes como para dudar de su objetividad.
Pero Ortega disiente del criterio de la mayoría y cree que "las apariencias son muy importantes, porque lo que está en juego es la confianza que, en una sociedad democrática, los Tribunales deben inspirar al acusado y al resto de los ciudadanos".
"Suficiente sombra de sospecha sobre la independencia del Tribunal respecto de los partidos políticos se produce en virtud de los procedimientos de nombramiento de sus Magistrados y de las ocasionales coincidencias entre el sentido del voto de los Magistrados y el signo político de sus proponentes", añade.
Por su lado, Valdés, aunque reconoce la necesaria y conveniente pluralidad de ideologías que existe en el Constitucional, destaca que el pleno debería haber admitido a trámite las peticiones de las dos instituciones catalanas en lugar de haberlas rechazado sin más, acentuando así, "innecesariamente, las tensiones existentes entre los poderes constituidos".
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