La sección primera de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado al hombre acusado de matar a tres vecinos y de herir a otros dos en la localidad valenciana de Castellar en octubre de 2011 a cumplir una pena de 69 años de prisión por su conducta homicida "feroz". Al tribunal le parece "asombrosa" su selectividad de recuerdos, ya que durante el juicio admitió tan solo dos apuñalamientos y un forcejeo, "precisamente" en los que no hubo testigos.
VALENCIA, 30 (EUROPA PRESS)
Así consta en la sentencia, facilitada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV), que condena al hombre por tres delitos continuados de asesinato --un hombre, su hijo de 13 años, y otra mujer de 77-- y por otros dos de asesinato en grado de tentativa --la mujer y madre de los fallecidos, y otro vecino de 45 años--. Junto a la pena de prisión --cuyo máximo cumplimiento efectivo es de 25 años--, también tendrá que pagar casi un millón de euros en indemnizaciones por lesiones o secuelas y no podrá vivir o entrar a Castellar.
El tribunal, para fijar esta condena --la solicitada por el ministerio fiscal-- tiene en cuenta que el acusado manifestó en el juicio los hechos "en la forma que mayor beneficio" le pudo proporcionar. Así, desde la inicial manifestación de consumo de dos quintos de cerveza ante la Guardia Civil, pasó a verbalizar en el juicio que tomó seis o siete cervezas, para finalmente llegar hasta nueve. Asimismo, entiende que "curiosamente" admitió haber acuchillado "únicamente a las tres personas que de algún modo vio sobrevivir al brutal ataque".
Por ello, considera que el hombre presentaba una conducta homicida "feroz", "pero en modo alguno automática". "Ni la conducta del acusado era absolutamente automática, ni descoordinada, ya que subía y bajaba la escalera y acometía los obstáculos que se le presentaban para la consecución de un objetivo que no puso de manifiesto", añade.
Así, el tribunal agrega que "hay prueba de que se encontraba bajo los efectos de los estupefacientes", pero no de una incapacidad de comprender la ilicitud el hecho o de actuar conforme a esa comprensión. Y esto lo dice en base a varios argumentos: uno de ellos es que el acusado puso a resguardo a su hija introduciéndola en su vivienda, se cambió de zapatillas porque estaban cubiertas de sangre y llamó a sus padres para que acudieran al domicilio a fin de ocuparse de su hija.
Asimismo, otro de los preceptos que el tribunal tiene en cuenta es que el acusado negó haber visto a la mujer de 77 años y al menor de 13, a quienes mató. Es decir, negaba "aquello respecto de lo que no había testigos". También estima que era consciente de lo que hacía porque volvió a por su primera víctima, la mujer y madre del hombre y menor al que mató, al ver que se hallaba con vida resguardada en la vivienda de otra vecina.
Junto a ello, considera que el acusado continuó el desarrollo de sus actos hasta que perdió la hoja del cuchillo, momento en el que "claramente" comprendió la "imposibilidad" de continuar, mostrándose incluso colaborador con el agente de paisano que le ordenó tirar el arma. Sobre este aspecto, el tribunal insiste en que no concurría en la actividad del hombre "ningún tipo de automatismo", porque de ser así, "hubiera continuado por cualquier otro medio las agresiones".
Así, y en base a todo lo descrito, el tribunal no tiene en cuenta el informe pericial aportado por la defensa, por el que se pedía la aplicación de la eximente completa al alegar que el acusado había consumido entre seis y nueve cervezas --cuando fueron solo dos-- y cocaína --se tomó un gramo--.
Por contra, lo que sí estima que hubo es alevosía por parte del procesado, ya que aprovechó una situación de "evidente indefensión" de su primera víctima, la mujer a la que momentos había dejado el cuidado de su hija de pocos meses. Esta persona "no podía esperar el sorpresivo ataque", circunstancia que el agresor "conocía". Así, era "consciente" de la ventaja que la situación le ofrecía, según el tribunal.
SECUENCIA DE LOS HECHOS
El incidente tuvo lugar sobre las 21 horas del 28 de octubre de 2011, cuando el acusado, que vivía en la puerta 6 de una finca ubicada en la calle Poetisa Leonor Perales y Escalente de la pedanía de Castellar-Oliveral cogió un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, se lo escondió y fue a casa de una vecina que se había quedado al cuidado de su bebé.
Una vez allí, y mientras la mujer movía el carrito del bebé hacia el exterior de la casa, él le clavó dos veces seguidas el cuchillo por la espalda y posteriormente al menos una vez en la parte del pecho. La víctima pudo dar un grito de alarma y escapó como pudo hasta casa de otra vecina.
Su marido, al escuchar los gritos, salió a ver que ocurría y el procesado, de forma sorpresiva, le clavó hasta 20 veces el cuchillo, hasta que le mató. Tras él, salió de la habitación su hijo, de 13 años, al que también asestó las mismas puñaladas, provocando su muerte.
Otra vecina, viuda, de 77 años, que oyó los gritos, salió al rellano y tras decirle al procesado 'xic, ¿qué fas?', recibió de éste el impacto del cuchillo en la región mamaria izquierda, lo que le produjo la muerte. Seguidamente, un último vecino, de 45 años, que salió a ver lo que pasaba, también resultó lesionado por el acusado.
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