
París, 2 abr (EFE).- El juicio por el asesinato el 1 de diciembre de 2007 de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero comenzó hoy en París con la convicción de parte de los investigadores de que fue un crimen de ETA de carácter inaudito y en el que intervino el azar.
El jefe de las fuerzas antiterroristas de Francia en el momento de los hechos, Frédéric Vaux, dijo hoy ante el Tribunal de lo Criminal de París que esos servicios no habían visto "nunca" hasta ese momento que ETA cometiera un "crimen a sangre fría" como el de Capbreton.
Vaux, que fue responsable de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) de la Policía francesa hasta noviembre de 2008, insistió en que la coincidencia en una cafetería de esa localidad del suroeste de Francia de los dos guardias civiles con los tres etarras inculpados por esos hechos fue "completamente producto del azar".
Los agentes -contó- estaban participando en una misión franco-española de detección de activistas de ETA en esa zona y en ningún caso estaban haciendo un seguimiento cuando se toparon con los tres miembros del comando, Mikel Carrera Sarobe, "Ata", Saioa Sánchez Iturregui, "Hintza", y Asier Bengoa López de Armentia.
Carrera Sarobe, que estaba desayunando con los otros dos miembros de la banda, quedó enfrente de la mesa de Trapero y Centeno cuando estos llegaron, poco antes de las 9 de la mañana del día del crimen, según la identificación practicada.
Preguntado por la presidenta del tribunal, Xavière Simeoni, sobre cómo cree que ETA tomó la decisión de matar a los dos guardias civiles en esa situación provocada por la casualidad, Veaux respondió que lo hizo "alguien que tenía suficiente autoridad en la banda (...) y carácter como para hacer un gesto tan loco".
Es decir, que fue "una iniciativa personal" de los tres etarras que se encontraron con Centeno y Trapero, quienes para el antiguo jefe del antiterrorismo francés no fueron conscientes de quiénes eran los que tenían delante.
El comando esperó a que los agentes salieran de la cafetería y volvieran a su coche para, una vez que allí certificaron que pertenecían a las fuerzas del orden españolas, dispararles a bocajarro a la cabeza.
El exjefe de la SDAT hizo hincapié en que el carácter premeditado del crimen queda en evidencia porque los etarras no estaban amenazados -hasta el punto de que Centeno y Trapero iban desarmados- y fueron ellos los que decidieron ir a buscarlos para ejecutarlos.
Además de los tres imputados por asesinato, hay otros cuatro miembros de la organización terrorista imputados por su vinculación en los hechos: Garikoitz Aspiazu Rubina, "Txeroki", Eider Uruburu Zabaleta, Ibón Goieaskoetxea Arronategi e Iratxe Sorzábal Díaz.
Esta última no se sienta en el banquillo de los acusados durante las cuatro semanas en que se ha programado el proceso, ya que se encuentra todavía en busca y captura.
Tanto "Ata" como "Txeroki" deben responder, entre otros, del cargo de dirigentes de una organización terrorista.
Los abogados de la defensa se centraron en esta primera jornada sobre todo en tratar de conseguir la anulación del informe sobre la presunta arma del crimen, una pistola encontrada en octubre de 2009 en un zulo de ETA en Francia, con el argumento de que sólo se les comunicó oficialmente el pasado 20 de marzo.
Los jueces les denegaron inicialmente la invalidación del informe balístico sobre ese arma incluido recientemente al sumario, pero los letrados volvieron a la carga y solicitaron un aplazamiento de la audiencia para que se les procuren otros supuestos informes sobre huellas y ADN en la pistola, al tiempo que avanzaron que requerirán un peritaje alternativo.
Los padres de Trapero y Centeno que se han constituido en acusación particular presenciaron este primer día de audiencia sentados, a menos de una decena de metros de los presuntos asesinos de sus hijos.
La madre de Centeno, Blanca Esther Bayón González, dijo que espera que les caiga "la máxima pena" y que si por ella fuera "pediría la pena de muerte", y como eso no puede ser, "la perpetuidad".