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Deloitte admite que también asesoró a Rato en su último plan para Bankia

Madrid, 27 mar (EFE).- Deloitte dudó de la viabilidad de Bankia a partir de febrero de 2012 y por eso la auditora puso reticencias para aprobar las cuentas de la entidad, aunque aceptó también asesorar al grupo para encontrar una solución de futuro.

Así lo explicó el socio auditor de la firma Francisco Celma en su declaración en la Audiencia Nacional, donde reveló que para eliminar las dudas que introdujo la reforma financiera sobre la entidad, se creó un grupo de trabajo en el que le "invitaron" a participar.

Junto a Deloitte formaban parte del mismo grupo miembros del comité de dirección de BANKIA (BKIA.MC)y de la consultora McKinsey, cuatro ejecutivos del banco Lazard y tres socios directores del despacho de abogados Clifford Chance.

Fruto de sus reuniones se planteó la opción de que Bankia protagonizara una operación corporativa que le diera acceso a nuevos fondos públicos o la participación en la subasta de alguna entidad en manos del Estado, en aquel momento Unnim, que le daría un año más para atesorar las provisiones inmobiliarias.

Como alternativa a las fusiones, el grupo de trabajo, que según fuentes próximas a la defensa estaba capitaneado por Deloitte, barajó que Bankia pidiera una inyección de fondos públicos, que finalmente se concretó en una cantidad próxima a los 7.000 millones.

Previamente, según el testimonio íntegro al que ha tenido acceso Efe, Celma había trasladado sus dudas sobre la viabilidad de Bankia y había advertido de que las plasmaría en un párrafo de énfasis en el informe que debía elaborar sobre las cuentas.

Además, había alertado de que incluiría una salvedad porque le faltaba documentación "muy relevante" que llevaba reclamando desde diciembre y sobre la que incidió en la reunión del Comité de Auditoría del 27 de marzo de 2012.

Ese encuentro tuvo lugar después de otras siete citas que se celebraron desde octubre y a las que Celma no fue llamado, aunque dijo que "la práctica habitual" es que el auditor "acuda a la totalidad".

Preguntado por si no fue suficiente la aprobación del Banco de España al primer plan de saneamiento de Rato el 17 de abril para borrar esas dudas, Celma insistió en que "la clave" era la entrada de capital.

En cualquier caso, consideró que la carta que el supervisor envió al expresidente de Bankia tuvo "un gran valor para eliminar el riesgo de que fuera intervenido".

Un día después, el 18 de abril "a las 9 de la noche", siempre según Celma, Rato le telefoneó para comunicarle que la inyección era "inminente" y para preguntarle si con ello lograría una opinión favorable del auditor a las cuentas de Bankia.

"Si se concreta la inyección y nos dais toda la información que estamos pendientes de recibir, vamos a trabajar día y noche para estar en condiciones de dar una opinión de auditoría que será favorable", le respondió Celma.

No obstante, le advirtió de que en BFA incluiría un párrafo de énfasis cuestionando su viabilidad y mantendría dos salvedades relativas a los créditos fiscales contabilizados y el valor de la participación de la matriz en Bankia.

Sin embargo, el informe de auditoría de Deloitte no llegó hasta el 25 de mayo de 2012, cuando el nuevo equipo de Bankia, con el beneplácito de Celma, replanteó las cuentas de 2011 y transformaron un beneficio de 309 millones en unas pérdidas de 2.979 millones.

Hasta entonces, según Celma, que negó que hubiera "endurecido" su posición con el grupo, "legalmente" no pudo realizar el informe porque los consejeros no le entregaron las cuentas del 28 de marzo firmadas, algo que en cierto punto encontró "lógico" porque se estaba negociando la entrada de capital.

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