
Pekín, 1 oct (EFE).- El ex dirigente Bo Xilai, destituido por presunta corrupción, será juzgado y condenado en un rápido proceso con el fin de que el mayor escándalo político vivido por China en 20 años se apague antes del decisivo XVIII Congreso del Partido Comunista que empieza el 8 de noviembre, vaticinaron hoy analistas.
Según expertos citados por el independiente "South China Morning Post", antes de esa fecha del mes que viene se habrá dado carpetazo al caso de Bo, ex ministro de Comercio y hasta marzo jefe del PCCh en la ciudad de Chongqing (centro del país).
"Su caso será procesado en un mes, porque es el último obstáculo que queda para que haya una tranquila transición de poder", señala al diario hongkonés el observador político Johnny Lau, según el cual Pekín quiere un juicio rápido para minimizar los efectos del escándalo.
El proceso además estará cerrado al público, y antes de que se inicie podría haber un arresto formal de Bo, opinó el abogado Liu Xiaoyuan al mismo diario.
Según estos analistas, Bo podría ser condenado a cadena perpetua o incluso a muerte, pues afronta, entre otras, una acusación de corrupción a gran escala (aceptación de sobornos por valor de más de 3,1 millones de dólares), uno de los delitos que puede ser castigado con la pena capital en China.
Los observadores también predicen que la esposa de Bo, Gu Kailai (ya condenada en agosto, en su caso por el asesinato de un empresario británico) no será incluida en el juicio por corrupción de su marido, ni tampoco el hijo de ambos, Bo Guagua, quien al parecer se oculta en EEUU sin visos de regresar a China tras la caída en desgracia de su familia.
El escándalo se destapó en febrero, cuando el jefe de policía de Chongqing y mano derecha de Bo, Wang Lijun, se refugió en un consulado de EEUU, aunque se tardó siete meses en anunciar la implicación del ex dirigente en varios delitos, su expulsión definitiva de PCCh y la puesta de su caso en manos de la Justicia.
Tras el anuncio definitivo, el pasado viernes 28 de septiembre, la prensa oficial china está publicando a diario ataques contra la vida corrupta y licenciosa de Bo, aunque también ha habido en internet algunos intentos de defender al caído dirigente, sobre todo entre quienes apoyaron la política "neomaoísta" que éste puso en marcha durante sus cinco años al frente de Chongqing.
"Las acusaciones contra Bo no son nada, muchos otros altos cargos han hecho cosas peores", señaló en su blog uno de estos defensores, Mao Jianhui, autoproclamado "nuevo izquierdista".
"Era un líder único que se atrevió a hablar por la mayoría del pueblo y pensar en la vida de los pobres", añadió.
Antes del escándalo, Bo se dio a conocer por sus peculiares políticas en Chongqing, donde llegó a recuperar estéticas de la controvertida Revolución Cultural, por lo que la ciudad fue apodada la "nueva capital roja" del país.
Algunos críticos con Pekín afirman que los procesos contra Bo, su esposa Gu y su ayudante Wang, o al menos parte de ellos, han sido en realidad resultado de la lucha interna en el seno del PCCh entre los partidarios del ex dirigente de Chongqing y sus rivales, en un año de delicada transición de poder en la formación.
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