
El problema de los derivados financieros es que son instrumentos muy complejos, que no se entienden bien en general, incluso ni siquiera por las propias autoridades reguladoras, ha señalado Donald Almeida, vicepresidente mundial de PricewaterhouseCoopers (PwC) y responsable de clientes y mercados del grupo de servicios profesionales internacional.
Indica que el mercado no ha sido capaz de determinar los valores de los instrumentos utilizados. Por ello, aboga porque se les dote de una mejor regulación, añade.
También, se muestra partidario de modificar la forma en que se utilizan, porque "aunque estos instrumentos pueden hacer el mercado muy competitivo, puesto que permiten gestionar el riesgo, también se prestan a ser utilizados de forma distinta y, en estos casos, lo que ocurre es que fomentan el riesgo mediante la especulación.
Con estos problemas de fondo, entre otros, reconoce que no se detectaron las señales, aunque hubo similitudes con la crisis de las puntocom, en la que las empresas se sobrevaloraron de forma dramática y no es que la gente no lo notase, sino que, simplemente lo estaban deseando. Así, ha ocurrido con los precios de la vivienda y con las hipotecas en todo el mundo. "Lo que hemos visto ha sido un ajuste en los valores de las propiedades inmobiliarias", sentencia.
Los efectos del riesgo
Reconoce que "hemos aprendido de la crisis económica", que es preciso que las empresas mejoren el tratamiento de la información sobre los riesgos que asumen. Y cree "que los reguladores saben que hay ciertas entidades, particularmente las entidades financieras, que deberían aproximarse a los efectos del riesgo. Estados Unidos debería ser el primero en esta lista".
Por ello, se muestra optimista y destaca que en muchos países ya se ha anunciado el fin de la crisis económica, pero aún hay otros menos optimistas y, aunque coinciden en que lo peor ya ha pasado, creen que es posible que queden entre tres y cinco años de época delicada.
Afirma que España ha pasado tiempos difíciles, pero cuenta con dos bancos muy sólidos, el BBVA y el Santander que deben colaborar para lograr la recuperación.
En PwC, como se trata de una firma global y debido al ambiente geopolítico mundial siempre hay preocupaciones, fundamentalmente en los países de rápido crecimiento, con cuestiones locales que podrían tener impacto sobre la economía.
En cualquier lugar donde se hagan inversiones importantes existe un riesgo creciente, de modo que para PwC, el potencial de crecimiento de los países emergentes les ha convencido de la necesidad de invertir en ellos, de forma agresiva. "PwC ha ido muy bien en los momentos más difíciles durante los últimos tres años, pero el objetivo es claramente el crecimiento agresivo en todo el mundo, sobre todo en las economías emergentes, como China e India, pero también en mercados estables como, por ejemplo en España", explica, Almeida.
De esta forma, la firma española se está empleando para lograr un crecimiento agresivo en los mercados latinoamericanos.
El crecimiento futuro de PwC será orgánico en muchas áreas, pero especialmente en cuatro de ellas: salud, capital e infraestructura, gobierno y banca y mercados de capital. Son áreas en las que es fuerte en todo el mundo y, especialmente en España. También crecerá mediante adquisiciones. Como muchos clientes en España invierten en Latinoamérica, el crecimiento en la zona es objetivo prioritario.
PwC en la crisis
PwC es una firma con liderazgo mundial, situada en 150 países y la mayor red global de oficinas, con cerca de 135.000 personas.
A pesar de ello, y en plena crisis, ha cambiado su imagen corporativa, ya que en la mayor parte de los países del mundo se le ha venido conociendo por sus siglas (PwC), lo que aconsejaba realizar un cambio que la hiciese más reconocible.
Con ello, se ha pretendido comunicar mejor sus dos principios: construir relaciones y crear valores entre los clientes y sus profesionales. "Se trata de lograr una mejor comunicación a través de Internet y de los vehículos utilizados por PwC para adaptarlos a las demandas actuales", concluye.