
La cita iba a tener lugar en el Templo de Debod, un lugar que a la entrevistada le trae muy buenos recuerdos, ya que cerca de allí vivió una época dorada de su vida, con cambios personales y profesionales. Pero la lluvia hizo que cambiara de sitio. El Café del Espejo, un lugar emblemático en pleno paseo de Recoletos madrileño, fue el elegido. "Es que ahora en esta ciudad todo es tan moderno y tan cool, que quedan pocos sitios como éste, con sabor", dice.
P Bióloga molecular, bioquímica... ¿lo suyo fue vocacional?
Totalmente. No puede ser de otra forma, ya que en esta profesión se pasan muchas horas y está muy mal pagado. Es como una droga que me hizo no tener juventud. Acabé la carrera con 22 años y entré en un laboratorio. Y hubo muchos días que me quedaba a dormir allí. Una locura. Los culpables de la vocación fueron Mª José Ojeda, una profesora muy buena que tuve en el instituto, y como ocurrió a muchos otros de mi generación, de Rodríguez de la Fuente.
P Pero esa adicción acaba, porque veo que los derroteros profesionales acabaron en la empresa (ha sido directora de marketing y comunicación en varias empresas y ahora da clases en la Nebrija Business School)...
Tuve que dejarlo por alergia al látex, cosa que hace años no se conocía. Yo sólo sabía que era llegar al laboratorio y me entraba un ahogo tremendo. Una científica, Fabiola Fuentes, había hecho un MBA y me habló de ello, así que acabé haciendo un MBA en el Instituto de Empresa. Pero la empresa tampoco ha sido un camino fácil. He ganado mucho dinero en ella, pero me he dejado la vida. Hace tres años monté una consultora con mi marido. Y con los conocimientos del laboratorio escribo libros.
P Esa faceta como escritora, ¿cómo surge?
De una forma bastante rara. En la última empresa en la que estuve me hicieron mobbing. Aguantaba pero estaba harta de estar arrinconada sin hacer nada ocho horas. Me fui a hablar con una head-hunter. Me recomendó que aguantara hasta que me echaran, así que aproveché esas horas para escribir mi primer libro. Y ya llevo varios (risas). Aunque con esto no se gana dinero, sino dinerete.
P Tiene hijos. ¿Cree que los habría tenido si hubiera seguido con su profesión de investigadora?
Bueno, es que en esta profesión, si quieres conseguir algo hay que hipotecarlo todo. Es muy poco conocida y muy poco valorada. Conozco a muchos científicos que tienen que renunciar no sólo a tener hijos, sino a tener pareja.
P Su consultora se dedica a temas de management. ¿Qué opina del discurso de muchos directivos alabando sin cesar a las mujeres?
Pues que las mujeres, cuando son buenas, son muy buenas. Pero por tener dos cromosomas equis no tenemos por qué cubrir la mitad de los puestos directivos. La realidad es que también hay un montón de mujeres mediocres. Eso sí, hay más bajas laborales de hombres comparadas con nuestras bajas por maternidad. Otra cosa es que haya mujeres caraduras.
P Está en contra de lo políticamente correcto, pero su último libro es "una guía para 40 añeras, 50 añeras 60 añeras...". ¿En qué quedamos?
(Risas) Hay mucha cosmética, pero también creo que hay ciertas palabras que producen cierta destrucción. Y porque los 40 años de hoy son los 30 de ayer.
P Su libro es sólo para mujeres... ¿qué pasa, que ellos no quieren estar estupendos?
También puede ser para ellos, pero hay temas que sólo nos atañen a nosotras, como la menopausia o la celulitis...
P Da consejos alimenticios y tablas de ejercicios. ¿Somos lo que comemos o somos la vida que llevamos?
La genética influye mucho, pero no tanto como creemos. Aún así, el entorno y el ambiente en el que vivimos es muy importante. Lo que pasa es que nos dejamos llevar por las modas, como las bayas de Goji y el acai Berry, que son buenos alimentos pero no la piedra filosofal. Tenemos una dieta demasiado descompensada sin, por ejemplo, pescados azules, que son la mejor fuente de Omega 3.
P La radio está llena de cuñas publicitarias llenas de productos cuasi milagrosos. ¿Qué opina de ellos?
En Estados Unidos, la FDA (Food and Drug Administration) no controla los suplementos alimenticios, y tienen poco respaldo científico. Y no todo lo que está en los herbolarios es bueno. Lo que pasa es que nos gusta empastillarnos en vez de esforzarnos. Y si se paga mucho, más nos lo creemos.
P Nos estamos americanizando, ¿no?
Sí, porque no hay término medio. Hay mucho sedentarismo y está claro que el ejercicio es bueno, pero si te pasas también te acabas oxidando. La natación es buena, pero lo mejor es pasear. Está muy bien que haya Olimpiadas, pero recordemos que el ser humano no fue diseñado para correr maratones.