
No es que la tenga cogida con ella, es que ella la tiene cogida con nosotros, no nos suelta, en donde quiera nos sale, ya ni tomo sopa por su culpa. Cuentan que siendo muy joven tuvo una iluminación y le confesó a un señor muy respetable que algún día sería presidenta de Colombia; cuentan que se puso una minifalda y se paró en los semáforos para repartir condones, porque Colombia necesitaba frenarse las calenturas.
Luego se hizo diputada por el Partido Ecológico, y quién sabe, va y si no se hubiera arriesgado como se arriesgó, habría salido elegida, porque el mundo está tan loco que vaya usted a saber.
Pero no, los narcoguerrilleros de las FARC la secuestraron durante seis años, ¿fueron seis o cuatro? ¿Por qué me parecen ya tan pocos? El asunto es que Ingrid Betancourt sufrió, eso es innegable, estuvo enferma, la torturaron, la humillaron, y la agotaron casi hasta la muerte.
Una auténtica santa
Ella quería morirse, en un momento quiso desfallecer, cerrar los ojos y partir. Pero estaban sus hijos, su madre, su marido, su exmarido... Bueno, el marido se fue desvaneciendo junto con el perro, ¿o recobró al perro? Es un detalle sin importancia. La imagen por la que yo casi lloro fue aquella inolvidable en la que se ve a una mujer sumamente delgada, demacrada, en silencio, a punto de la muerte... Rebobino la cinta, sí, éso veo, una santa.
Una auténtica santa. Casi lloro, no lloré, y es que siempre debería guiarme por mis primeras intuiciones. Algo me trabó la lágrima, un no sé qué de san Juan de la Cruz. En fin, que no paramos durante unos buenos cuantos años de preguntarnos cómo estaría la pobre Ingrid, formó parte de nuestros hogares, cuando la liberaron allí estuvimos, segundo a segundo...
Ya dije que no me había gustado que dejara a Uribe en una cutícula, al marido ni caso, y a volar se ha dicho. A volar, y a hablar a la dulce Francia, cher pays de su juventud y de su ex, y por hablar no quedó.
¿Habrá recibido un curso castrista de discursos como tortura psicológica? Si así fue, la comprendo, a los cubanos nos pasó igual, tuvimos el "privilegio" de tener al mejor maestro-torturador, al mejor orador orate, durante cincuenta años, y seguimos en lo mismo, será por eso que los cubanos hablamos veinticuatrolmilmierdas por segundo; por eso, me atrevo a decirle a Santa Ingrid, la buena, que tenga cuidado, que lo de lo de los discursos es contagioso, y mira dónde estamos los cubanos.
Habla que te habla
Rozagante y con una energía que daba envidia llegó al aeropuerto galo. Al cabo de unos minutos de agradecimientos, llantos, súplicas, abrazos, achuchones, empezó el discurso. Oye, no podía creerlo, pero me dije, la pobre, hace mucho que no habla, qué ganas tiene de expresarse, y se expresó hasta por los codos, los calcañales, hasta el sombrerito empezó a parecerme ridículo y la trenza se la hubiera esmochado de un tijeretazo; habla que habla, cada vez con más energía, tanta, que al rato los que parecían recién salidos de un largo período de rehenes eran Sarko y Carla, tan pálidos estaban.
Yo quería morirme, estuve a punto de pedirle prestada la frase al rey, y decírsela a la pantalla de la tele: "¿Por qué no te... ya saben?"
Más entrevistas televisivas, largas confesiones a un escritor en el periódico, no en uno cualquiera, no, en el que ya sabemos que hay que ir para que te hagan caso las azafatas en los aviones...
Santa Ingrid, tan angelical, con esa carita de virgencita que sabe poner, allí en el Vaticano, y también en Lourdes, repite machacona que la salvó su fe, y luego habla de sus compañeros allá en la selva con tanta entrega, y del mensaje de paz y de diálogo a los hijoeputas que la secuestraron, y hasta el concierto famoso, que pagamos con nuestros impuestos...
¿Otra Natascha Kampusch con un programa televisivo?
Todo eso empieza a sacarme de quicio, porque ¿terminará como Natascha Kampusch, con un programa televisivo? Una especie de Big Bróder religioso, roguemos al señor que no nos haga pasar por esa prueba. Hace poco leí que en España, fue a ver a unos niños en una escuela, y hay que ver la foto de los niños, los ojos entrecerrados, se nota que los había dormido con el verbo encendido de virgen santa y humilde.
¿Por qué dan tantos premios a Santa Ingrid? ¿Y por qué pareciera que ella los recibe como hambrienta de ellos? Qué cosas tiene la prensa, tanto que me preocupé por esta señora, y ahora, no más la veo, paso la página, o apago la tele.
Que ya para santa yo, que he escrito veintitantos libros, estuve secuestrada durante 35 años en una isla totalitaria, castrocomunista bajo el yugo opresor del inventor de la guerra de guerrillas, tuve que exilarme, con una dieta que ni los esclavos cimarrones en época de la guerra contra los españoles. Para colmo, nadie me salvó, ningún comando ni nada por el estilo vino por mí, tuve que salir a lo como pude, sacar a mi hija de meses, que ya saben que sacar a un niño de Cuba es peor que viajar a Marte.
Santa Ingrid escribirá un libro
Cuando me fugué mi peso era de 43 kilos, llegué a París con un bebé y no tenía ni hotel, y casa menos, justo veinte dólares en el bolsillo, he luchado como una perra para que me oigan en este exilio donde ser cubano y anticastrista es como volver de Marte hablando en arameo. Esto sí que es currarse la santidad a pulso, y escribir como una desmelenada para poder ganarme los frijoles.
Ah, esperen, lo último, Santa Ingrid escribirá un libro ?ya lo anunció- donde nos conversará sobre su fe, y de todo lo humano y lo divino. No lo escribirá ella, igual se lo escribe el escritor que la entrevistó en días pasados, estaban ensayando, y, por supuesto, le pagarán millones. Y una aquí, de santa tonta soportando a este mundo de iluminados.