
Las pequeñas y medianas empresas, por eso de que se conocen todos y hay más confianza, sufre de lleno el absentismo laboral. Y es que esta confianza en el mundo de la empresa no siempre es buena compañera. Un 30% de los españoles se declara intolerante ante las faltas de sus compañeros de oficina.
"Cuanto mayor es la compañía más disminuyen las ausencias, y además en éstas el absentismo es de menor duración", explica Carlos Obeso, director del Instituto de Estudios Laborales de Esade, y encargado del Barómetro Egarsat sobre valores y comportamientos frente al absentismo laboral.
Cinco días al año
El 67% de los empleados se ausenta de su trabajo una media inferior a cinco días por año, aunque en el caso de las grandes empresas este porcentaje es menor. En el caso de la pequeña y mediana empresa, cerca de un 30% de los empleados reconoce que su media de absentismo supera los diez días por año.
Si hasta ahora un dolor de cabeza le había servido como excusa para ausentarse de su puesto de trabajo, es mejor que vaya pensando en alguna razón mejor. Porque cada vez es más difícil que la empresa comprenda y acepte su ausencia y no precisamente por las preguntas insistentes de sus jefes. Ahora son los propios compañeros de oficina los que vigilan y valoran las ausencias de un trabajador.
"Depende mucho del ambiente que haya en la empresa, pero es una tendencia cada vez más habitual que el resto de empleados legitimen como absentismo lo que pueden ver y es palpable, como que alguien lleve un brazo escayolado, y no justifiquen lo que no puedan ver, como una depresión", explica Obeso.
Los menos aceptados
Según este estudio, los españoles no toleran, de más a menos, argumentar estar en la cama por gripe, el estrés, el dolor de espalda y, el menos respaldado, el dolor de cabeza como razones para faltar al trabajo. A pesar de la intolerancia hacia los compañeros, el 53% de los españoles se considera tolerante respecto al absentismo de sus compañeros, mientras que un 9% cree que es muy intolerante y sólo un 4% opinan que son muy tolerantes.
Sin embargo, la maternidad, enfermedades de larga duración -como un cáncer-, los accidentes laborales graves y la necesidad de conciliar vida laboral y familiar -llevar a los hijos al médico- son razones con las que seguramente no levantaría ninguna suspicacia entre sus compañeros.
Obeso asegura que esta actitud vigilante de los compañeros frente al absentismo hace que el nivel de ausencias baje. "Las personas que faltan a su puesto acostumbran a reducir su nivel de absentismo si perciben una serie de comportamientos a su alrededor", indica y destaca un par de ellos: el riesgo de sanción por parte de la empresa y la comprensión que tienen sus compañeros de sus ausencias.
A pesar de que cada vez más el absentismo laboral se ve como una práctica tramposa, sigue existiendo. En 2000, el porcentaje de horas no trabajadas respecto al número de horas pactadas entre empleados y empresa era de un 2,6%, mientras que este porcentaje subió hasta casi un 4% el pasado año.
La crisis ayuda
"La situación económica actual no invita a marcharse del trabajo a la primera de cambio y por cualquier motivo. El que antes al mínimo dolor de cabeza se marchaba a casa, ahora se lo piensa dos veces. Las razones del posible descenso son dos, porque el empleado tenga miedo a perder el empleo y porque la empresa afine más el control sobre los que faltan", indica Obeso.
Las razones para no acudir a trabajar son variopintas. La enfermedad corta, como un resfriado, acapara casi el 70% de las ausencias laborales, mientras que los accidentes suponen un porcentaje importante del absentismo.
Entre otras razones que esgrimen los empleados a la hora de justificar sus ausencias triunfa la visita al médico (22%), la conciliación de la vida laboral y familiar (21%), motivos personales (14%), la tramitación de papeles y defunciones (11%) y las reuniones sindicales (3%). Tres de cada diez empresas españolas no disponen de un plan para medir y paliar el absentismo, mientras que más de la mitad asegura aplicar políticas de control y sanciones.
A pesar de que más de la mitad de las empresas asegura disponer de políticas de corrección del absentismo, pocas concretan en qué consisten estas medidas. "No cumplimentar el salario completo, con las horas extras por ejemplo, enviar al inspector de la mutua, hacer entrevistas telefónicas durante la baja o incluso el despido", aclara Obeso. Un 7% de las compañías externaliza la gestión del absentismo... siempre quedarán los detectives privados.