Empresas y finanzas

Las grandes empresas y las exportadoras, únicas con acceso a la escasa financiación

Las entidades exigen a las compañías bajos niveles de endeudamiento y una capitalización holgada.

Empresa, preferiblemente de tamaño medio-grande o grande, y con un negocio en mercados internacionales que garanticen las rentas difíciles de conseguir en España. Éste es el perfil de cliente que se disputan las entidades financieras para surtir el escaso crédito que conceden. La inmensa mayoría de las empresas y particulares se da de bruces contra sus sucursales porque, los que solicitan un préstamoto, o se encuentran muy endeudados o simplemente la información que aportan no resulta suficiente ahora a la entidad financiera para comprobar su verdadero estado de solvencia. "No puedes hacer un auto de fe con una firma que no conoces su historial", señala el consejero delegado del Grupo Santander, Javier Marín.

La gran pelea está en los préstamos a compañías cuya facturación supera los 250 millones de euros, lo que deja fuera del circuito a la práctica totalidad del tejido industrial de nuestro país. La pymes suponen en torno al 80 por ciento de la actividad empresarial. Al Gobierno y al Banco de España les preocupa su innacesibilidad a la financiación, porque sobre sus espaldas recae en gran medida la generación del empleo y la recuperación.

Oferta y demanda

Pero la vuelta de la financiación no es fácil. Tropieza con incontables barreras, tanto por la parte de la oferta como de la demanda. Según la banca, los clientes solventes, particulares y empresas, están inmersos en una carrera por desendeudarse, que incide negativamente en sus planes de gasto. Prefieren utilizar sus recursos a cancelar deudas, antes que adquirir nuevas. Y buena parte de los solicitantes buscan créditos para llegar a fin de mes, porque sus rentas han menguado y el pago de deuda y subsistencia se hace inabordable, según la banca.

La deuda de familias y empresa es 82.700 millones de euros superior que en el ejercicio 2006, el último antes de estallar la crisis, a pesar del notable esfuerzo acometido en los últimos años. En plena efervescencia financiadora era fácil ver expansiones del crédito dirigido a empresas superiores al 28 por ciento. En la primavera de 2009, en plena crisis, la deuda de las empresas alcanzó un máximo en 1,322 billones. El pasado mes de agosto se situaba aún en 1,078 billones. Apenas se había reducido en 243.400 millones. En familias, tocó un máximo en noviembre de 2008, cuando la cartera sumó 916.095 millones de euros. Ahora es 806.065 millones. Tan sólo ha bajado un 12 por ciento (unos 110.000 millones de euros).

"Con 10-15 veces de deuda sobre ebitda, ningún banco presta a una compañía en su sano juicio. Hay empresas con 30-40 veces sobre ebitda. Muchos préstamos que se nos presentan son inviables", señala un alto ejecutivo de un banco.

El Banco de España cree que la necesidad de corregir el sobreendeudamiento pesará, incluso, cuando retorne el crédito, impidiéndole crecer a ritmos paralelos a los de la economía "durante un periodo de tiempo". En estos momentos, la financiación se contrae un 10 por ciento en tasa interanual y el PIB repuntó un 0,1 por ciento en el tercer trimestre.

El supervisor entiende que el proceso debe ser compatible con una canalización de los escasos recursos disponibles "a favor de los agentes más productivos y menos endeudados, para los que el crédito debería, de hecho, crecer".

Otro de los requisitos que la banca reclama para otorgar dinero es que las compañías se encuentren capitalizadas. En muchos casos no se da y no están dispuestos a ampliar los recursos propios para no diluir a sus propietarios.

Que se reestablezca el circuito a las empresas es vital para que las familias también consigan financiación, porque habrá generación de empleo y por tanto solvencia para que los hogares soliciten un crédito. De momento, las que su economía se lo permite intentan pagar la cuota hipotecaria y ya. El resto apenas solicita. Sólo hay una excepción. Los préstamos al consumo suben, pero sólo en nuevas operaciones. Para el resto de tipologías, como la compra de la vivienda, caen. En todos los casos si se mide el saldo total decrece y no hay visos de que haya una vuelta a la recuperación en el corto plazo. Ni siquiera en las hipotecas. Los bancos sólo conceden financiación si es para sus pisos, pero la demanda es muy frágil.

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