
La pequeña isla de Guam, en el Océano Pacífico, se encuentra estos días de máxima actualidad por la amenaza de Corea del Norte en torno a la opción de efectuar un ataque sobre la misma. Actualmente territorio perteneciente (pero no incorporado) a los Estados Unidos, Guam tuvo un pasado como colonia española junto al resto de las llamadas Islas Marianas, en una época que acabó de una inesperada manera.
Corría el final de la primavera del año 1898 y la Guerra hispano-estadounidense había estallado unos meses antes. España era incapaz de defender sus posesiones de ultramar, y entre ellas, Guam era una de las más olvidadas.
Las comunicaciones desde la España peninsular con Guam eran escasas. De hecho, el contingente español desplegado en la pequeña isla no tenía ninguna orden oficial desde más de dos meses atrás, y por lo tanto no había sido oficialmente informado sobre el devenir de los acontecimientos, incluso en el momento en el que el 'Desastre del 98' estaba ya prácticamente consumado.
Por ello, cuando Estados Unidos envió al buque USS Charleston a tomar la isla, ninguno de los españoles imaginaba sus pretensiones. El barco americano advirtió de su llegada disparando tres cañonazos para dejar clara su voluntad, pero los sorprendidos españoles pensaron únicamente que las detonaciones se trataban de unas salvas de cortesía, a modo de saludo.
La delegación española, formada por poco más de medio centenar de hombres, pensó en responder, pero sus vetustos cañones llevaban tiempo sin ser utilizados, y hacer el intento de disparar podía haber tenido nefastas consecuencias, de modo que se decidió enviar un bote, con uno de los oficiales al mando, un médico y un traductor para conversar con los recién llegados.
Inmediatamente, a su llegada, y tras disculparse por su atípica forma de devolver el saludo, los estadounidenses les informaron de lo que realmente estaba ocurriendo y les indicaron que debían rendirse y entregar Guam, cosa que horas más tarde así se hizo ante la imposibilidad de efectuar una defensa eficaz, con la escasez de hombres y de medios existente.
Entre los recién llegados había órdenes de actuar militarmente, incluso destruyendo lo que fuera necesario, ante la idea de que les esperaría más de un millar de españoles defendiendo la isla. Sin embargo, al percatarse de lo sencillo de la operación, se decidió no efectuar ningún tipo de violencia, permitiendo una capitulación sin derramamiento de sangre y facilitando así la toma de control de Estados Unidos sobre el territorio.