Indices Mundiales

Merrill Lynch, una voz fuera del consenso

El gigante de la banca de inversión mantiene su cautela pese a la recuperación de Wall Street: 'un poco de todo y un compromiso con nada'.

La opinión de un gigante como Merrill Lynch no puede dejar indiferente a nadie, sobre todo si su estrategia de inversión no pega facilmente con el consenso del mercado.

Volvamos tres meses atrás. Las perspectivas de soft landing tomaron cuerpo en EEUU y se volvió a confiar en la política de la Fed. Los mercados reaccionaron bien, pero sin pasarse. Luego, la baja de los precios del petróleo les dio alas y el Dow Jones y los grandes índices europeos emprendieron vuelo hacia máximos históricos.

A pesar de ello, Merril Lynch ha mantenido una posición muy prudente, como si sus analistas adhirieran sólo de refilón al optimismo de los inversores. Una cautela del que el banco ha vuelto a hacer gala en su último informe de estrategia global publicado el 10 de octubre.

¿Cuáles son sus razones? Olvidemos los temores habituales sobre la inflación o los tipos de interés. Los argumentos de los estrategas de Merril Lynch son más estructurales y aluden más a las fuerzas subterráneas que modifican al ciclo americano y por tanto a la economía global.

1. El ‘bonus’ que nos da la caída del petróleo no puede hacer olvidar el deterioro de la posición financiera de las familias americanas. La destrucción de la riqueza inmobiliaria se agrega al bajo nivel del ahorro y la combinación de ambos debería pesar en el consumo de las familias a medio plazo. Podría recortar el crecimiento en tendencia.

2. Al ahorro insuficiente de las familias le corresponde un excedente de las empresas. La desaceleración económica debería disminuir la oferta de bonos corporativos, sobre todo las de las empresas más sólidas. La calidad media de la deuda debería bajar.

3. La economía global todavía no ha absorbido los excesos de liquidez creados por los bancos centrales hasta 2004. Es un argumento clásico de Trichet o de Bernanke.

4. La combinación de liquidez abundante y de una escasez de activos financieros de calidad es una trampa que empuja a las valoraciones hacia niveles nada sanos a medio plazo. Los rendimientos de los bonos se mantienen bajos con respecto a las perspectivas económicas. La escasez mencionada debería afectar también a las acciones si la disminución de los beneficios empuja a los inversores hacia activos de mayor calidad.

Hay demasiado dinero disponible para muy pocas ideas realmente atractivas. Merril aconseja por lo tanto una gestión prudente, una cartera más infrainvertida que apalancada, con una diversificación máxima de los riesgos. Lo resumen con un 'little bit in everything and a committment to nothing' (un poco de todo y un compromiso con nada).

Muchos de ustedes pensarán que se trata de una estrategia demasiado conservadora y americana para convencer a un inversor europeo en general y a un español en particular. Cierto, pero reflexionemos un instante: los peligros que menciona Merril ¿no les recuerda 'el activismo corporativo' de nuestras constructoras o inmobiliarias? Excesos de liquidez y de valoraciones no son exclusivos de Wall Street…

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