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Lecciones para no morir en el mercado

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Todo el mundo comete errores en el mercado, hasta los analistas más prestigiosos y los hedge funds más grandes del mundo. Lo importante es aprender de los errores para no volver a cometerlos.

Para ayudar en esa tarea, Tomi Kilgore, comentarista de MarketWatch y ex-trader de divisas que citamos de vez en cuando en Bolságora, relata una experiencia con la que muchos de ustedes seguramente se sentirán identificados. Y que nos parece lo suficientemente ilustrativa para dedicarle un artículo.

Esta experiencia tuvo lugar hace algunos años en el tipo de cambio dólar/yen. Tomi Kilgore tenía la idea de comprar dólares si esta divisa superaba la resistencia de los 135 yenes, en lo que consideraba una ruptura alcista.

En cuando alcanzó ese nivel, se puso a comprar todo lo que pudo y estuvo acompañado de otros muchos, porque el volumen aumentó claramente en ese punto; algo que indicaba también que mucha gente estaba vendiendo en ese nivel. De hecho, las posiciones a la venta en 135 no desaparecían de la pantalla, y pronto llegaron posiciones de compra en 134,97 y en 134,95. Kilgore empezó a ponerse nervioso y pensó en vender en ese último nivel pero no quiso admitir que había comprado en máximos.

Las posiciones en 134,95 desparecieron y el dólar se fue hasta 134,85, donde empezó a aparecer dinero de nuevo. En ese momento, él decidió comprar también para promediar y rebajar el precio medio de su posición. Al hacerlo, se encontró con una posición que era el doble de la inicial y sin ningún plan por si el dólar continuaba cayendo, así que el nerviosismo llegó al extremo. Afortunadamente para él, el dinero siguió entrando y el dólar rebotó. El precio medio para salirse sin pérdidas era 134,925, pero como los ticks eran de un céntimo, debía vender a 134,93 para evitar las pérdidas.

Tuvo suerte y el dólar llegó a ese nivel, pero fue avaricioso y puso su orden de venta en 134,95. Antes de poder calcular su ganancia vendiendo en ese punto, las ventas en 134,93 se comieron a las compras y empezaron a aparecer posiciones compradoras en 134,92. Vuelta al pánico. Las posiciones de compra en 134,90 empezaron a parecerle atractivas, pero estaban tan cerca de su punto de salida sin pérdidas que decidió tener paciencia y esperar una oportunidad para vender un poco más arriba.

Por supuesto, esa oportunidad no llegó, y las posiciones pasaron de 134,90 a 134,85, y luego a 134,80. Desesperado, decidió cancelar la posición en 134,75, y logró hacerlo a un precio medio de 134,74 (en un movimiento bajista, es muy difícil vender toda la posición en un mismo precio). Durante el resto del día, el miedo a perder aún más dinero le impidió volver al mercado, aunque vio algunas oportunidades claras. Y no pudo dormir durante todo el fin de semana siguiente pensando en qué había hecho mal.

Las lecciones que se pueden sacar

Ahora, Kilgore agradece esa desastrosa experiencia por las lecciones que sacó de ella y que resume en los siguientes puntos:

- No hay que tener miedo en subirse al carro de la mayoría, pero no hay que ser el último en saltar de él.

- No hay que confundir paciencia con esperanza. Ese día, él ya no creía en su posición, pero la esperanza le impidió cortar las pérdidas cuando debía. El mercado nunca hace realidad los deseos.

- Nunca hay que duplicar una posición para salvarla (promediar). Sólo compró a 85 porque no quería sufrir pérdidas en la posición tomada a 135,00.

- Antes de entrar en el mercado, hay que asegurarse de tener una estrategia de salida. Es preciso saber qué hacer si las cosas no van en la dirección deseada, para no tener que tomar decisiones sobre la marcha, bajo los efectos de los nervios o del pánico. Siempre hay que tener un stop loss para cualquier posición, y respetarlo.

- Siempre se debe entrar en el mercado por una buena razón (la superación de una resistencia, una figura, una vela, una onda, lo que sea), pero no hay que empecinarse en ella. Si esa razón no se cumple -en su caso, alcanzar los 135 no dio paso a una ruptura-, entonces lo mejor es salirse y repensar esa razón. Y si las cosas van en la dirección deseada pero por otra razón distinta, hay que elevar el stop para proteger el beneficio antes de que desaparezca. Es aconsejable entender las razones por las que uno gana dinero, porque así se puede dar cuenta si las condiciones cambian.

- Si se empieza a tener la sensación de que uno se ha equivocado, lo mejor es salirse. En el ejemplo: Kilgore debería haber vendido en 95 la primera vez, o haberlo hecho a 90 en el rebote; y lo que es seguro es que tenía que haber vendido en 93, que era su precio de salida. Pero fue avaricioso, y el mercado siempre castiga a los que intentan aprovecharse de él en vez de agradecerle la oportunidad para salvar los muebles (eso no significa que haya que salirse en cuanto se empieza a perder, pero sí que no hay que perder más de lo necesario cuando una posición está equivocada).

- Dejarse llevar por las emociones -en su caso, no admitir que había comprado en máximos- es lo peor que le puede pasar a un inversor, porque le impide cortar las pérdidas o tomar beneficios cuando debe.

- No hay que tener miedo a volver a tomar la misma posición fallida. En el ejemplo, debería haber vuelto a entrar a 135 si estaba convencido de que era un punto de ruptura. Pueden pasar dos cosas: o la posición funciona a la segunda y se gana dinero, o fracasa de nuevo, con lo que queda claro dónde está la resistencia. En ese caso, se puede aprovechar esa valiosa información para tomar la posición contraria en ese punto (ponerse bajista en 135, en ese caso).

- El análisis técnico no es algo esotérico, sino que tiene detrás el comportamiento de los inversores. Se formó una resistencia en 93 -el 50% de la caída desde la figura 135 hasta 134,85- porque todo el mundo que hizo lo mismo que Kilgore estaba intentando escapar de su mala posición.

- Los participantes en el mercado tienen una larga y clara memoria, especialmente de las pérdidas, y eso es lo que da validez al análisis técnico. Los 135 se convirtieron en una resistencia porque ni él ni ninguno de los que estaba en el mercado ese día iban a comprar otra vez hasta que fuera superada realmente (incluso algunos decidieron ponerse cortos en ese nivel).

- Las decisiones para gestionar una posición son igual (o más) de importantes que las razones que llevaron a tomarla inicialmente. El dólar debería haber roto al alza, pero no lo hizo: el mercado no tiene porqué hacer lo que debería.

- Por último, aconseja ser fiel a uno mismo. Cada inversor tiene que encontrar el estilo que le va bien, y no debe cambiarlo para recuperarse de una operación fallida. Él aprendió ese día que no estaba hecho para pegar pelotazos, así que adoptó la filosofía de no permitir nunca que sus pérdidas fueran muy lejos. Tampoco buscó la avaricia, sino que se conformó con ganancias inferiores al 10%. Con esos beneficios y cortando rápidamente las pérdidas, encontró un sistema que le permitía alcanzar sus objetivos mensuales de ganancia. Cuando consiguió algún pelotazo, lo usó para mejorar su track record, no como base de su operativa.

El mercado es el mercado

Como todo el mundo sabe, toda operación tiene cinco posibles resultados: grandes pérdidas, pequeñas pérdidas, ni beneficio ni pérdida, pequeños beneficios y grandes beneficios. Si uno es capaz de eliminar de esa ecuación las grandes pérdidas, Kilgore asegura que las pequeñas pérdidas, las operaciones neutrales y los pequeños beneficios se cancelarán mutuamente en el saldo final, y el inversor se quedará con los grandes beneficios. Ése debe ser el objetivo de todo inversor.

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