
Después de la tormenta de este verano –que todavía no está claro que haya terminado-, los grandes bancos de inversión están presentando sus estrategias para el resto del año. Y el más optimista hasta la fecha es el suizo UBS, que ha publicado en 'Barron’s Online' un artículo en el que pinta un escenario auténticamente de color de rosa.
Pronostica que el S&P 500 acabará el año en 1.600 puntos y alcanzará los 1.650 en 12 meses (ayer cerró en 1.483)
La idea es que no vamos a ver una recesión ni nada parecido, aunque sí un debilitamiento del mercado inmobiliario y del gasto de consumo en EEUU. Pero eso es positivo, porque mantendrá la inflación controlada y permitirá que bajen los tipos. Si a eso se añade la fortaleza económica del resto del mundo, la firmeza del precio de las materias primas, una saludable actividad e inversión empresarial, y unos balances empresariales muy sólidos, la conclusión es obvia: los beneficios de las empresas del S&P 500 seguirán creciendo a pesar de la ralentización económica.
Y además, un escenario tan estupendo de crecimiento de los beneficios y bajadas de tipos se combina con unas valoraciones bursátiles enormemente bajas. ¿Qué más se puede pedir? Por eso, UBS pronostica que el S&P 500 acabará el año en 1.600 puntos y alcanzará los 1.650 en 12 meses (ayer cerró en 1.483).
La entidad reconoce que no esperaba la dureza de la crisis del mercado de crédito (aunque sí una crisis inmobiliaria y la 'subprime'), pero no cree que estos problemas vayan a causar suficiente daño al sector financiero como para provocar una recesión: 'La economía no depende de la disponibilidad de un crédito barato de alto riesgo', afirma el artículo. Bueno, mirando lo ocurrido en los últimos años, habrá quien piense lo contrario.
Esta posición contrasta vivamente con la de Martin Feldstein, abanderado de los alcistas pero que sí es consciente de la gravedad de la crisis actual y del peligro que supone para la economía, y por eso pide a la Fed que baje los tipos de forma contundente.
En el capítulo de los tipos, su previsión no es muy original: una bajada de 0,75 puntos hasta el 4,50% de aquí a fin de año, con recortes de 25 puntos básicos la semana que viene, en octubre y en diciembre. Es decir, lo mismo que preveía Goldman Sachs en su famoso informe de la semana pasada. Sólo que el banco norteamericano era mucho más prudente y no esperaba que estas bajadas de tipos desataran un ‘rally’ bursátil.
Miedo en la estrategia sectorial
Sin embargo, la euforia de UBS contrasta con la estrategia sectorial que recomienda. La base de sus posiciones son empresas que consiguen el grueso de su negocio fuera de EEUU, especialmente en los países emergentes: tecnología, petróleo y recursos básicos, e industriales. Aunque todo el mundo está de acuerdo en el potencial de crecimiento de estos países, si la actividad en EEUU va a seguir fuerte, ¿por qué no invertir en empresas con más exposición local? ¿No será que no están totalmente seguros de su escenario?
Dentro de esta estrategia, UBS se apunta a la moda de la tecnología, debido a que es el sector con mayor porcentaje de ventas en el exterior, a que no sufre presiones de materias primas ni salariales y a que tiene poca exposición al impacto de la crisis hipotecaria en el gasto de consumo. Estas afirmaciones también son muy discutibles, por cuanto sí hay una clara inflación salarial en el sector (que se lo digan a Google) y a que va a ser difícil que las ventas de ordenadores, de móviles o de programas no se resienta de un bajón en el consumo.
La recomendación más sorprendente –aunque también la más coherente con su escenario económico- es la de sobreponderar el sector financiero. No tiene la exposición global ni tampoco las ventajas competitivas que le gustarían a UBS, y están en el epicentro de la crisis de crédito. Aparte de beneficiarse del escenario de recuperación económica, la respuesta es 'en una palabra: valoración'. A su juicio, los precios actuales descuentan una caída del 20% en el beneficio del sector, algo que no se va a dar porque no va a haber recesión. 'El comportamiento del sector financiero depende del futuro de la economía no financiera, y no al revés', asegura el informe. Así que no hay peligro. O eso dicen ellos.